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¿Quién no tiene miedo?

  • Orígenes. El miedo nace de la necesidad del ser humano de estar alerta, protegido, no en vano somos los seres más vulnerables del planeta al nacer sin poder alimentarnos ni andar

LA sola palabra miedo impone respeto. ¿Quién no ha tenido miedo alguna vez? NADIE.

El que diga lo contrario, miente. Según la Real Academia de la Lengua, se define miedo como "sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario". La oscuridad le provocaba un miedo cerval; la agorafobia es un miedo obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos; algunos niños padecen miedos nocturnos que les impiden conciliar el sueño". Llama la atención que el miedo puede obedecer a algo real que tenga o haya tenido relación con un episodio desagradable, o imaginario, a través de ideaciones que nuestro cerebro inventa sobre estímulos que percibimos como ruidos o sonidos que tienen una explicación lógica y nosotros lo achacamos a algo negativo y creador de miedo.

En estos días se celebra la tradicional noche de difuntos, Halloween para los americanos. Todo el mundo se disfraza de forma fantasmagórica buscando sorprender y dar miedo. En las televisiones, todas las series giran en torno a esto con capítulos especiales o reponiendo aquellas películas especialmente terroríficas. Como no podía ser de otra manera, nuestros pequeños copian estas tradiciones y todas las tiendas tienen desde chuches hasta disfraces temáticos. El miedo también es un negocio, dicho sea de paso, no sólo por la parafernalia de estas fechas, sino por películas, parques temáticos o atracciones que buscan asustar, cuanto más, mejor.

El miedo nace de la necesidad que tiene el ser humano de estar alerta, protegido, no en vano, somos los seres más vulnerables del planeta. Nacemos sin poder alimentarnos por nosotros mismos y debe pasar casi un año para poder caminar y así huir. El miedo nos protege. Quizás es una de nuestras virtudes que ha hecho que podamos perpetuarnos a través de los siglos, en momentos donde la supervivencia era realmente heroica al competir con animales y en circunstancias de inferioridad física que no intelectual. Eso ha evitado asumir riesgos innecesarios y provocar conductas suicidas.

Hay muchas clases de miedo, pero casi se puede clasificar en dos grupos:

-El miedo aprendido, es decir, el que obedece a causas externas o acontecimientos que nos han ocurrido. Como ejemplos, miedo a las serpientes, arañas, a subir en ascensor o en avión. Hemos tenido una experiencia desagradable y nuestro cerebro se encarga de recordarlo cada vez que ese estímulo se repite. Además nuestro cuerpo reacciona en bloque con un arsenal químico en toda regla: sudoración, taquicardia, ansiedad, necesidad de huir en una palabra. Este temor se puede combatir desde el conocimiento y mediante la exposición, es decir, lo que los psicólogos llaman inmersión. Cuando una persona tiene miedo a volar, lo primero que se le explica es cómo funciona un avión, toda su infraestructura y los parámetros e indicadores que son importantes para la seguridad. Lo siguiente es viajar, vuelos cortos y acompañado o mediante simuladores, y por último, el sujeto como cualquier pasajero más.

-Hay otra clase de miedo que se encuentra en nuestro ADN. Se puede decir que es innato. El miedo a la muerte, a la enfermedad, al fracaso, a la soledad. Es un miedo más profundo y relacionado con el ser humano. Ese es más difícil de controlar. Es quizás una de las razones que explican lo irracional del miedo. No lo podemos controlar, simplemente, el miedo está ahí y la respuesta del ser humano es la huída o la lucha, una vez hayamos tomado la decisión acerca de lo que hacer.

¿Dónde nace el miedo en nuestro cerebro?

En nuestro cerebro tenemos una zona denominada amígdala, donde se procesa gran parte de la información que recibe del exterior, compuesta por olores, sonidos, imágenes, etc. La amígdala está directamente conectada con la médula espinal porque su misión es darnos la capacidad de responder a una amenaza externa de inmediato, sin que sea necesario que el córtex frontal, la parte racional de nuestro cerebro, intervenga en dicho proceso.

Las señales que son emitidas por la amígdala llegan al hipotálamo, donde se libera una hormona que a su vez liberal el cortisol, la hormona del estrés. Una vez que ésta hormona se libera, comenzamos a sentir todos los síntomas del miedo, como el aumento de la frecuencia cardiaca, la dilatación de las pupilas, la aceleración de la respiración, etc

Dos investigadores galardonados con el Premio Max Planck 2007 de Investigación tienen parte de la respuesta: Hans-Christian Pape, director del Instituto de Fisiología de la Universidad Wilhelm de Munster (Alemania), y el irlandés Raymond Dolan, profesor de neuropsiquiatría del University College de Londres mediante microscopios de alta resolución y tomografías computarizadas, pudieron observar que el miedo se genera en la amígdala cerebral, que cuando se activa produce la sensación miedosa. Las conclusiones son que el procesamiento del miedo es muy similar en todos los mamíferos. Pape también indagó en la memoria y la razón por la que un mismo hecho traumático puede ser imborrable en unas personas y en otras no. Y después de entrenar ratones para que tuvieran miedo a ciertos estímulos y luego conseguir que no temieran estas situaciones, dedujo que existe una causa genética.

Otra investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences dice que el miedo a una agresión física nace en una pequeña área del hipotálamo, llamada núcleo premamilar dorsal, según descubrieron científicos de las universidades de Sao Paulo (Brasil) y de Southern California (EU). Al dañar esta zona en roedores de laboratorio, los animales no se asustaron ante la presencia de otros animales que los atacaban e invadieron el territorio de otros roedores, desactivándose las respuestas innatas del miedo.

El miedo es inherente al ser humano, sólo debemos poder controlarlo para no quedarnos bloqueados en un ataque de pánico. No en vano, el refranero español ya sentenciaba: "El miedo guarda la viña".

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