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Dos compadres en busca de la Gloria

  • HistóricoJiménez y Caparrós, que llegaron a trabajar codo con codo durante cinco largas campañas en el Sevilla, se ven las caras en un partido que puede marcar sus respectivas carreras como técnicos

La Campiña sevillana está de enhorabuena. Dos de sus hijos más famosos, al menos en lo futbolístico, Manolo Jiménez y Joaquín Caparrós, están a 90 minutos -nadie querrá sufrir 120 de loca nerviosera- de hacer historia. Arahal o Utrera tendrán representación en la final de la Copa del Rey prevista para el 13 de mayo. Mestalla es el objetivo de ambos entrenadores, que afrontan el partido más decisivo de su carrera profesional. Por la trascendencia que tiene el fútbol en Sevilla y en Bilbao, lo que hagan hoy no pasará desapercibido durante años. Y habrá generaciones que recordarán al héroe que consiga clasificar a su equipo para una finalísima, con lo caras que están, incluso para el actual Sevilla Fútbol Club y el histórico Athletic Club. Luego, la final será otra historia, otra ocasión para escribir un capítulo dorado.

Manolo y Joaquín, Joaquín y Manolo, son algo más que colegas de profesión. Ambos han llegado a la élite después de mucho trabajo y de pasar por los campos de albero. Jiménez, el jugador histórico que más veces ha vestido la zamarra del Sevilla y mundialista en 1990, comenzó como técnico en Jaén, donde colgó las botas, antes de que Roberto Alés le diera la oportunidad de hacerse con el filial sevillista, que en la campaña 00-01 estaba en Tercera. El ex presidente blanquirrojo también tiró de Joaquín Caparrós en su política de rehacer la economía y la trayectoria deportiva de un club en crisis, recién descendido a Segunda División, después de que el utrerano, tras años de técnico en categorías menores, sacara de Segunda B al Recreativo y lo asentara en la categoría de plata.

De ese modo, ambos estuvieron trabajando codo con codo durante cinco largas campañas, las que Caparrós duró como técnico del primer equipo sevillista. Y por sus manos pasaron jugadores de primerísimo nivel, futbolistas de élite que se han ido desparramando por la geografía española, desde el campeón de Europa Sergio Ramos hasta Reyes, ahora en el Benfica, o Jesús Navas, uno de los principales temores de la hinchada del Athletic para la cita de hoy. Eso por sólo citar a los de más relumbrón, porque en esos años la cantera sevillista no dejó de fabricar futbolistas -la lista sería interminable- que llevaban el marchamo de la competitividad que les metía el arahalense y que luego el utrerano se encargaba de rematar. Porque, si en algo coinciden ambos entrenadores es en la capacidad para extraer lo mejor de cada jugador, con su particular forma de vivir un deporte por el que sienten esa enorme pasión que transmiten a sus jugadores.

En 2005 se separaron sus carreras, pues Jiménez siguió en el filial hasta ascenderlo a Segunda División A en 2007 y Caparrós eligió La Coruña para su cambio de aires en la Primera División. Pero en su lustro como técnicos nervionenses vivieron muchísimas cosas. Los ascensos del primer y segundo equipo, con todo lo que significó, dieron paso a un crecimiento deportivo y económico impresionante que, tras la economía de guerra ingeniada por Alés, fue derivando hacia el mejor Sevilla de la historia. Y por en medio pueden contar mil vivencias, algunas más alegres que otras. Inolvidable, por lo dramático que fue en toda la España futbolera y en particular en Sevilla, fue la muerte de Antonio Puerta, un jugador que ambos fueron modelando en el Sevilla Atlético y el Sevilla antes de confirmarse como futbolista internacional de impresionante proyección.

Caparrós afronta su cuarta semifinal, tras las que perdió con el Sevilla (2004 ante el Madrid), y las dos con el Deportivo (2006, frente al Espanyol; 2007, ante el Sevilla). Su responsabilidad es enorme, parecida a la que sintió en 2004, pues Bilbao entera quiere reverdecer viejas glorias. Y Jiménez se estrena en un partido tan trascendente, más allá de que ya sabe lo que es la Champions. En su caso, clasificar al Sevilla a la final significaría mucho más que recuperar el halo de equipo ganador del mágico bienio 2006-07. Significaría un definitivo espaldarazo ante un sector de la afición, y de la prensa, que le ha cuestionado en muchas ocasiones su idoneidad. Esa diatriba es la que enfrenta a Manolo y Joaquín, Joaquín y Manolo, dos currantes del fútbol que empezaron en los campos de tierra y que hoy dirimen su particular duelo sobre el histórico césped de San Mamés. Uno de los dos estará sentado el 13 de mayo en uno de los banquillos de Mestalla. El otro, con todo el dolor del mundo, tendrá que fecilitar a su homólogo con el corazón en la mano. Cosas de este hermoso deporte.

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