Resultados de la enseñanza

Los resultados escolares deben preocupar tanto como las medidas estructurales y factibles para mejorarlos

La preocupación por los resultados escolares del alumnado ha de ir acompañada del parejo interés por mejorarlos. Ahora bien, importan sobremanera el conocimiento preciso de las causas y la adecuación y solvencia de las respuestas. A tal fin, una consideración general resulta decisiva: no confundir una correlación de variables -como la procedencia socioeconómica y el éxito educativo- con una relación causal. Cierta es la influencia de factores como las condiciones sociales y personales de los estudiantes, sin que estas puedan modificarse, precisamente, desde o por la escuela. Mas esta evidencia no lleva a olvidar el carácter compensador de la institución educativa, en términos de equidad, más allá de la metáfora del “ascensor social”. En definitiva, las respuestas de la escuela, principalmente en la educación obligatoria, deben atender, en aquello que les resulta propio -la enseñanza-, las distintas necesidades educativas de los estudiantes, en función de sus capacidades, con los recursos y medidas que lo hagan factible.

La publicación de los resultados de pruebas internacionales de evaluación, como es el caso de PISA, acrecienta el debate y las controversias educativas; sobre todo, porque se establecen referencias de comparación entre países y, en el caso español, comunidades. Sin embargo, hay que mantener el principio de no encontrar directamente causas en lo que más bien son relaciones. E insistir en una evidencia incontrovertible: la cualificación docente es el factor principal en la mejora de los resultados escolares. De ahí que no deba postergarse o demorarse más la adecuación de la formación inicial para la docencia en la educación obligatoria. Esta es, por tanto, una medida estructural -en lugar de una respuesta de coyuntura- del todo necesaria. Y no ajena a otros ámbitos del sistema educativo afectados por la inestabilidad y la inexistencia de acuerdos básicos: es el caso del currículo de las enseñanzas, para convenir el qué enseñar, los modos de hacerlo y las características y efectos de la evaluación.

Sabido es que las situaciones complejas ni siquiera se remedian con respuestas simples, por lo que sería del todo inconveniente aplazar decisiones o acuerdos relevantes que, además, requieren tiempo de desarrollo.

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