Si Zapatero fuma ¿Qué fuma

Y sentados en el salón de fumadores, encenderán sendos puros, habanos o venezolanos, recién llegados de ultramar

En esta hora, emerge lo subyacente en la hechura moral e intelectual de quien fue nuestro presidente de gobierno durante ocho años de infausta memoria. Habla, y la necedad continua sale por su boca. Estamos escuchando a un cantamañanas, dicho sea, sin ánimo de ofender a los cantamañanas. Tilda de hipócritas a los tradicionales defensores de la familia, porque ahora no defienden a la familia de Pedro Sánchez, cuyo retiro sentimental valora como una sabia decisión porque ha abierto un gran debate en España sobre la necesidad de respetar a las familias de los políticos. Y dicho eso, se zafa del acoso de micrófonos y periodistas sin dar tiempo a otras preguntas que no querrá contestar.

Perdón, me viene a la memoria el momentazo histórico en que el Rey Juan Carlos, sin poder seguir soportando la verborrea impertinente de Hugo Chávez denunciando la crueldad de los conquistadores españoles, le espetó, terminante: “¡Por qué no te callas!”. Zapatero, a la sazón presidente, ejerció como pudo el oficio de templador de gaitas. Pues bien, además del abajo firmante, ¿alguien más desearía gritarle a él lo mismo cada vez que aparece, aguerrido paladín, vaticinando el fin del mundo si Pedro Sánchez abandona el puesto de mando? Y, otra pregunta por el mismo precio: ¿quién, entre los asesores lúcidos, sinceros y valientes, si los hay, de Sánchez, susurrará en su oído que la sobreactuación de José Luis “no mola”, y que son más útiles sus silencios, que sus palabras? Si Zapatero fuma, ¿qué fuma Zapatero? Porque, en los años de su euforia al mando, no era tanto nuestro descontento; ¿o sí? Es verdad que hay quien dice de él, que fue, antaño, el sembrador de las discordias de hogaño. “La sociedad debe estar tensionada, eso es bueno”. No sé si Iñaki Gabilondo le preguntó por qué lo uno, y por qué lo otro.Escena final:

Sánchez visita un colegio infantil. Objetivo, empatizar con los niños, conmover a sus padres, enternecer a toda “la ciudadanía”:- ¿Qué hay que estudiar para ser presidente? – el niño no se anduvo por las ramas –- Nada; para ser político no hay que estudiar nada – respondió el visitante intentando ser cariñoso –Sánchez y Zapatero. Ofendido y defensor. Si se queda en Moncloa el primero, el segundo se arrogará el triunfo. Si se va de Moncloa el primero, el segundo dirá que la culpa la ha tenido Feijóo. Los dos volverán a acordarse de Franco, cómo no. Y, cómodamente sentados en el salón de fumadores, encenderán sendos puros, habanos o venezolanos, recién llegados de ultramar.

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