Almería

Confidencias en voz alta de los toreros Rafaelillo y Dávila Miura

  • El diestro murciano y su apoderado han participado en las jornadas organizadas por la Peña Jueves Taurinos para mantener viva la llama de la afición y la cultura taurina

La Peña Jueves Taurinos cerró sus jornadas culturales en su edición de 2011 con la presencia del torero murciano Rafaelillo y su apoderado, el diestro ya retirado Eduardo Dávila Miura. Como en la primera sesión, los protagonistas de la charla-coloquio estuvieron acompañados por el presidente de la peña, Juan Gómez, y el del Foro Cultural 3 Taurinos 3, Juan Aguilera, responsable también de la información taurina en Onda Cero, que dirigió el desarrollo del ameno debate con los participantes. Y entre los numerosos aficionados y profesionales del toro como la familia Márquez, el propietario del coso de la Avenida de Vilches, Manuel Cuesta.

Dávila Miura manifestó el gran cariño que tiene a Almería, en la que sólo toreó en una ocasión, y por sustitución, aunque sí lo hizo varias ocasiones en la provincia. "Es normal, afirmó, que toreros apoderen a otros toreros. En mi caso, no tengo nada que enseñarle a Rafael; me sale más fácil hablarle de torero a torero". En cuanto a quién lo pasa peor en la Plaza, el que realmente lo pasa mal es el torero, "aunque yo conozco a la perfección, como él, la responsabilidad, la soledad, o el miedo".

Rafaelillo habló de sus vínculos con esta tierra a través de la gran amistad que le une a la familia Márquez. Aquí toreó como novillero pero no volvió tras ser doctorado. Juan Collado le descubrió en la Escuela Taurina de Murcia, decidió apoderarle y se trasladó a Navas de San Juan con 11 años. "Dejé los estudios muy pronto y por eso he tenido que arrimarme mucho para salir adelante". Las luces y las sombras de Rafaelillo se unen a Sevilla, "en la que tuve una tarde muy importante con toros de Miura", y Madrid, "en la que la tarde fue tremendamente dura". En cuanto a la forma de superar el miedo, "éste sí es malo cuando se apodera de ti, manifestó Rafaelillo, cuando te das cuenta que no puedes y entonces asoma el instinto de conservación. En ese momento tengo que confiar en mí mismo para superarlo. El traje de luces es muy transparente y cuando vamos a la plaza, los toreros vamos desnudos; tu estado interior lo percibe el público y el toro".

Respecto a las cornadas, para Dávila Miura se le tiene más miedo al fracaso que a una cornada. "La sensación de fracaso es lo peor porque tanto el éxito como el fracaso marcan mucho en una profesión tan dura como ésta". Y es optimista ante el complicado momento que vive la Fiesta, considerando que "es admirable la fidelidad del público con un espectáculo realmente caro en una situación de crisis como la que estamos viviendo". Dentro de una animada tertulia con los aficionados, Rafaelillo se refirió a Sevilla como la Plaza donde disfruta más el paseíllo, y la de Pamplona, donde también se siente especialmente bien.

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