Almería

Un ángel de la guarda

  • Sabas Alférez, comercial de lunes a viernes, se vistió ayer de héroe para salvar la vida de un anciano al que rescató cuando fue engullido por el mar en Las Salinas

El destino quiso ayer que Sabas Alférez Sosa, comercial de una empresa almeriense, se cruzara en el camino de un anciano que disfrutaba de su habitual baño del domingo en la playa, a medio kilómetro de Las Salinas, para que no fuera el último. Estuvo a punto de perder la vida, pero ahí estaba su ángel de la guarda. Una persona a la que no conocía, a la que nunca había visto antes, un héroe anónimo que apareció de la nada, entre las olas, para que volviera a respirar cuando todo parece que acabará en tragedia.

Eran poco más de la una del mediodía cuando tres miembros de una familia -padres e hija- de la capital se daban un chapuzón a unos diez metros de la orilla. De repente el fuerte oleaje comenzó a alejarlos de la arena, como si la marea los quisiera engullir. Hija y madre pudieron rehacerse y, a fuerza de nadar, escaparon de la corriente que los arrastraba. Sin embargo, el padre de familia no podía aguantar el nado y apenas mantenía ya la cabeza fuera del agua. En ese preciso momento, inundaron la playa de gritos de socorro que pronto tuvieron la respuesta de los bañistas. Sabas Alférez Sosa fue el primero en lanzarse al mar. Sin miedo a las olas, sin ni siquiera pensar cómo iba a proceder, se echó al agua y corrió a por el anciano que era el que más peligro corría. Lo agarró como pudo de debajo del mar y lo sacó de nuevo a la superficie. Fue una acción rápida, lo suficiente como para que el rescatado siga con vida. "No reaccionaba ya su cuerpo. Estaba debajo del agua y creía que estaba muerto. Cuando respiró pensé que había vuelto a nacer", argumenta todavía en tensión por el suceso un héroe de nuestra provincia, otro de los que cuando es necesario se entrega sin dudarlo a los demás. Nunca antes había vivido un episodio así y no lo olvidará nunca, tanto o más que la persona que estuvo a punto de perder la vida en una de las malas jugadas que de vez en cuando nos hace el mar. Sabas Alférez tiró de lo poco que sabía sobre socorrismo, lo aprendido cuando hizo el servicio militar en el servicio marítimo de la Cruz Roja, y pudo completar el rescate porque otro de los bañistas subió al anciano sobre una tabla de bodyboard. Al llegar a la orilla reaccionó, pero el susto ya era demasiado grande. Familiares lo desplazaron hasta uno centro médico de la comarca donde se completó su recuperación.

Ni las playa de Las Salinas, ni la de La Fabriquilla, a pesar de su elevado volumen de bañistas, disponen de socorristas y fue un milagro, con nombre y apellidos, el que evitó que unas olas ayer acabaran en desgracia. Horas más tarde, sobre las cinco, otra persona tuvo que ser ayudada a salir del agua en la misma zona. De hecho, el pasado año falleció un niño de cuatro años a escasos metros, frente al núcleo de Cabo de Gata, cuando se ahogaba en la playa tras sufrir un paro cardíaco que hizo estéril cualquier intento de reanimación posterior.

Hace tan sólo una semana, otro joven, un malí de 17 años, fue hallado muerto en la playa de San Juan de los Terreros, a pocos metros de donde desapareció en la tarde anterior cuando nadaba con otros menores tutelados por la Junta de Andalucía. Cualquier descuido, exceso de confianza o factor natural puede convertir un baño en tragedia.

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