Mejorar el equilibrio, el tono muscular o la capacidad de relajación, movilizar los miembros afectados a partir del movimiento del caballo, son algunos de los beneficios físicos que los discapacitados logran participando en las terapias ecuestres que El Patronato de Deportes de Almería y La Escuela Indaliana de Arte Ecuestre, ubicada en el Llano de La Salvadora de Pechina ofrecen.

María, Manuel, Johan, Marcos, Juan y Juan Carlos son seis nuevos alumnos que comenzaban la terapia ayer jueves lluvia. Pertenecen a la Federación Almeriense de Personas con Discapacidad (FAAM) y se encuentran en el centro de personas gravemente afectadas, que se caracteriza porque sus miembros tienen un grado de discapacidad física superior al 75 % y una movilidad reducida, pese a lo cual todos manifiestan, en la presentación que se efectúa al comenzar la terapia, su deseo de participar en todas las actividades y en algunos se ve la ilusión que sienten ante el hecho de montar en un caballo por primera vez en su vida.

Sara Fenoy, y María del Mar Miralles psicólogas de la Escuela Indaliana y de la FAAM respectivamente actúan en la presentación rompiendo el hielo inicial, charlando con los participantes y presentan a María Fenoy López y María García Cuadrado, voluntarias habituales en esta experiencia desde hace unos cuatro años.

Tras la presentación se dirigen a las cuadras donde, en esta primera sesión de toma de contacto, realizan actividades para familiarizarse con el caballo y su mundo: acariciarlos, cepillarlos, ver una herradura o una silla de montar, darles de comer…

María del Mar Miralles, psicóloga de la FAAM, manifiesta que, aunque su centro ha participado en terapias similares, en este caso con perros, es la primera vez que lo hacen con caballos, acogiéndose al convenio que El Patronato de Deportes de Almería ofrece a todas las asociaciones de discapacitados de su ámbito territorial; califica las terapias de estimulantes y complementarias con las que el centro lleva a cabo.

Por su parte, Sara Fenoy, Psicóloga de la Escuela Indaliana, destaca también los beneficios psíquicos que se obtienen que son: crear un vínculo emocional, mejorar la capacidad de adaptación de los usuarios, desarrollar responsabilidades (acarician, dan de comer o cepillan a los caballos), mejorar el ánimo y la autoestima, calificándolas finalmente de muy llamativas y motivadoras al realizarse lejos del tratamiento convencional en sala.

El responsable de la Escuela Indaliana, Carlos Cortés, opina que la actividad está consolidada, al contar con una década de existencia, manifiesta que, desde el principio, ha sido muy bien acogida por los destinatarios; también nos comenta que cada asociación participa a lo largo de un mes, aunque algunas repiten, hasta el punto que, casi todos los años, el personal se queda sin vacaciones. El número máximo de personas por sesión es de doce, disminuyendo en función del grado de discapacidad de los usuarios.

La hipoterapia es el uso terapéutico del caballo y de las instalaciones relativas al mundo ecuestre. Su uso con estos fines se remonta a los años 50 y se localiza en Noruega (para tratar secuelas de poliomielitis), luego comenzó a desarrollarse, a partir de 1.960, en los países escandinavos y alrededor de 1970 alcanzó su gran auge en Alemania, Austria, Francia, Italia y Suiza.