Almería

La Senda Milenaria

  • Vita est peregrinatio. Si se pregunta a un peregrino, nunca se llega a saber por qué hace el Camino. Todos lo somos de una u otra manera. Y todos los caminos son uno solo: la vida misma

Ahora que se fomenta en Almería el llamado Camino Mozárabe les invito a andar el Camino de Santiago, la Senda Milenaria con que comenzó la construcción de Europa hace más de mil años.

Por qué

El viaje es uno de nuestros arquetipos. Está en nuestro ADN. Nuestra especie salió de África a pie y conquistó el mundo. En lo más hondo del alma seguimos siendo un poco nómadas o vagabundos, giróvagos, apátridas irredentos, parias. Unos exiliados del Edén primigenio, que conservamos trazas de etapas anteriores de nuestra sufrida y privilegiada especie. Somos, pues, viajeros. Negarnos al viaje es rendirnos a la circunstancia. Es desoír la llamada ancestral cubriéndola de cotidianeidad. Dentro, algo tira, algo lleva a la andadura. A unos les mueve la Religión. A otros... Qué sé yo. Hay tantos Caminos como peregrinos. En el Camino, no se pregunta por qué.

Cómo surgió todo

La figura y la leyenda del Apóstol se convirtieron para el Cristianismo en una necesidad estratégica ante el avance del Islam por el sur. Fue muy oportuno el descubrimiento -o invención- del ermitaño Pelagio, que a comienzos del Sg. IX vio unas raras luces en un bosque (campus stellae) del remoto Finisterre. El obispo Teodomiro de Iria Flavia (Padrón) identificó los restos como los de Santiago y Alfonso II el Casto de Asturias (791-842) hizo construir el primer templo en su honor. La Iglesia, agradecida, todavía hoy tañe las campanas de Compostela en memoria de este rey. En Roma, el Papa León III bendijo a su vez el hallazgo y toda la Cristiandad europea aceptó de buen grado su autenticidad, ávida como estaba de reliquias de su Fundador o de alguno de sus primeros dirigentes (de Pedro y Pablo, enterrados en el Vaticano, jamás se han encontrado los restos). Con esos dudosos cimientos se erigió Compostela y se trazó su Camino. El Codex Calixtinus (por el Papa Calixto II, Sg. XII) fue la primera guía jacobea en un Medievo absolutamente necesitado de confiar en el Más Allá porque el más acá apenas ofrecía otra cosa que hambres, miserias y guerras. El peregrino, devoto y ciegamente esperanzado, abandonaba todo y marchaba hacia la salvación prometida, la indulgencia anunciada, el prodigio esperado. Iría a donde le mandasen con tal de emerger desde el abismo del desamparo a la luz de los elegidos. Europa se puso en marcha hacia Occidente y adornó el Camino de arte, literatura, música, cultura. Antes del "Santiago y cierra España", todas las ideas, todos los pecados, todas las esperanzas circularon por esta senda fronteriza que abrió la Península Ibérica a la civilización, como indica el Canto de Ultreia, himno del Camino de Santiago:

Dum pater familias/

Rex universorum,/

Donaret provincias/

Jus Apostolorum,/

Jacobus Hispanias/

Lux ilustrat morum./

Primus ex Apostolis/

Martir Jerosolymis/

Jacobus egregio/

Sacer est martyrio./

Qué hace falta

Existe una multitud de libros, guías, mapas, webs, etc. que son una buena forma de iniciarse en los entresijos del Camino. Metido en ello, uno tiene la extraña, incómoda sensación de que se está perdiendo algo vital.

La experiencia de cinco veces que se ha hecho el Camino en mi familia, dos de ellas a pie, nos dice que sólo tres cosas son esenciales para tamaño viaje: tiempo, dinero y salud, sobre todo la de los pies. La forma ideal de hacer el Camino es ligero de equipaje. No se trata de un safari africano. En todo el recorrido se puede comprar de todo. El Camino está totalmente señalizado con flechas amarillas y es casi imposible perderse: las guías sirven para anticipar las etapas.

Botas y calcetines de trekking son la mejor inversión, ambas cosas inseparables. Las botas deben estar ya usadas. Harán falta unas sandalias o zapatillas para descansar los pies en los albergues. Escatimar en calzado es un casi seguro pasaporte a las ampollas… y al prematuro abandono. La mochila, de espalda rígida y transpirable, no debe ser grande ni llenarla a tope. Su peso debe recaer sobre las caderas, ajustando bien a la cintura, nunca colgar por entero de los hombros. El saco de dormir, si soporta un mínimo de 5º o 10º es más que suficiente en verano. Todo lo demás es opcional: el bordón o bastón -no imprescindible-, una gorra o sombrero, pantalones cortos o largos, mudas, camisetas veraniegas... Para el aseo nosotros llevábamos jabón Lagarto. Y es muy práctico pelarse al 1 o 2 (los hombres por lo menos): se ahorra peso y volumen en gel, champú, peine… Una toalla de mano, toallitas o clínex, cepillo de dientes, una prenda de abrigo, un impermeable o capelina, DNI, Carnet de Peregrino, documentos médicos… Comenzamos:

Unas botas polvorientas/

y en la mochila el pasado./

En el corazón, esperanza/

paso a paso. /

Paso a paso, la soledad/

del Camino: caminamos./

Detrás lo dejamos todo./

Delante…/

Allá adelante, ¡Santiago!/

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