Almería

Los fogones del Ramadán

  • Una oración especial por la mañana y el primer desayuno a la luz del día El Eid al Fitr congregó a amigos y familiares para compartir dulces y té

Aproximarse al restaurante-tetería Almedina, a menos de tres minutos de la Catedral almeriense, es aproximarse a celebración, unión y amistad. Un suculento olor a café recién hecho, té y dulces invade toda la estancia, mientras Khadija- Zaiz ofrece servicialmente a todo el que entra asiento, alimento y bebida. Todos los presentes llevan sin probar bocado a plena luz del día desde hace un mes, pero el cuerpo tarda poco en habituarse a ello de nuevo. Esta fiesta, el Eid al Fitr, marca el fin del Ramadán, el mes de ayuno y abstinencia musulmán, pero también es la excusa perfecta para lucir las mejores galas, preparar exquisitos manjares y disfrutar de los que uno más quiere, la familia y los amigos. "La gente se congrega para pedir que Alá acepte el Ramadán que se ha hecho todo el mes", explica Abdelkarim, y añade que la diferencia de este pilar islámico, el Ramadán, de otros es que "se hace para Alá, mientras que otros como la oración, profesión de fe y peregrinación a la Meca es por uno mismo".

El Eid al Fitr es especial y rompe con la rutina del noveno mes lunar, que consistía en las oraciones habituales del día, el ayuno y abstinencia de alimento, bebida y relaciones sexuales hasta la puesta de sol, momento en el que se podía comer y beber hasta las cinco de la mañana aproximadamente o comienzo de la primera oración del día. El día de ayer comenzaba con una oración también, pero esta vez el escenario escogido fue un descampado próximo al estadio de los Juegos Mediterráneos, donde acudieron niños, adultos y jóvenes para juntos rezar a Alá. Pero antes de eso, explica Mustafá, un melillense afincado desde hace más de cuarenta años en Almería, que "lo primero que se hace hoy es bañarse, ablución se llama, se extrema especialmente la limpieza para entrar en un estado de pureza, y luego se viste más tradicional, con ropa limpia y perfume". También refiere que, al estar lejos de sus lugares de origen y no tener próxima a la familia, el Ramadán se vive con los amigos, "es un ambiente festivo, los musulmanes estos días están mucho tiempo juntos y se comparten muchas cosas".

Al regir la luna este calendario, la celebración del mes de Ramadán no es siempre en la misma fecha, empezando cada año diez días más tarde que el anterior. Este hecho ha provocado que este año haya sido especialmente duro, "se ha notado mucho la sed este año, faltaba el agua al ser los días más largos y hacer más calor, a media tarde estábamos mucho más débiles", comenta uno de los presentes en este particular desayuno.

Van llegando los últimos amigos, que se van sentando a lo largo de dos mesas que Khadija-Zaiz ha preparado durante horas con mucho esmero. Esta joven confiesa que se ha levantado a las seis de la mañana para tenerlo todo a punto para sus familiares y amigos. "Ayer por la noche nos dedicamos a limpiar bien todo el restaurante al son de la música andalusí, y hoy nos levantamos pronto para preparar todo", explica Kadija, si bien también indica que todas sus amigas presentes también han traído dulces y otros alimentos. La mesa del Eid al Fitr la presiden vasitos de vidrio de colores con té y platos con dulces tradicionales como Bagrir, parecido a un crèpe, elaborado a base de huevo, harina, agua y sal. Este es un postre bereber, como el Lemccammem, otro de los dulces de la mesa. Mustafá explica que la peculiaridad de este plato es que tiene una sartén especial empleada sólo para cocinarlo, y esta no puede ser utilizada para otro fin. Y durante todas las noches de Ramadán, cada día se cocinan varios platos, "tajine de pescado o de kefka, pastelitos, crèpes y té o café. El día 15 y 27 del Ramadán se ofrece cuscús a los amigos", indica Khadija sobre la rutina gastronómica durante el noveno mes lunar.

"Los niños, según su personalidad y madurez, empiezan a una edad u otra a seguir el Ramadán", cuenta Khadija, una almeriense que se convirtió al islam hace diez años. "No hay una edad que obligue al niño a seguir esta celebración, al contrario de lo que se cree la gente el islam no es algo rígido ni impositivo", señala la joven. Muchos de los presentes en el restaurante Almedina son almerienses que encontraron en el islam la paz interior que necesitaban, como Carmen. Confiesa que siempre le atrajo el mundo musulmán, algoque han heredado dos de sus cuatro hijos. "El islam es muy permisivo y lógico", opina Carmen mientras su hija, Kawtar, asiente y añade "es algo que sientes dentro".

El matrimonio formado por Abdelhaq Espejo y Tabassum Siddrhi-Espejo, procedentes de Jaén y Estados Unidos respectivamente también describen cómo llegaron ellos a esta religión. "Tras pasar por el cristianismo y el budismo, un libro me llevó al sufismo, y ahí empecé a estudiar y entré en el islam", explica el joven Abdelhaq, y refiere que "la Iglesia no me llenaba, en la Mezquita he encontrado paz interior y la claridad". Por su parte, Tabassum Siddri valora del islam la diversidad. "esto es una comunidad formada por muchas culturas diferentes, es diversa y esto es lo bonito". El Ramadán no consiste en hacer las comidas típicas árabes, Carmen y Tabassum explican que comes igual que el resto del año, "yo pongo de cenar lentejas y platos almerienses", apunta Carmen. "Nosotros tenemos un amigo de Malasia musulmán que cena en Ramadán noodles, da igual de donde seas, como el vestir", refiere la joven estadounidense.

A la fiesta del desayuno, el Eid al Fitr, le sucede setenta días después el Eid al Adha, o fiesta del sacrificio en honor a Abraham. Esta celebración, explica el veterano Mustafá, se prolonga tres días, se sacrifican animales en nombre de Alá y los niños y niñas musulmanes reciben regalos y dinero. Así, con dulces, té y café, pero sobre todo con un ambiente de compañerismo, amistad y familia despiden los musulmanes su mes lunar de oración, ayuno y abstinencia. Un trocito de una cultura diferente pero muy interesante y enriquecedora.

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