Más de 300 metros para tirar la basura, jardines sin plantas y solares donde los arbustos y los escombros acampan a sus anchas, son sólo algunos de los ejemplos que dan los vecinos de San Cristóbal sobre su vida en uno de los barrios más históricos de la ciudad.

A menos de 200 metros del centro de la ciudad y junto al cerro que le da nombre, la "dejadez" del barrio contrasta con la dedicación de algunos de los vecinos que no dudan en barrer sus propias calles para evitar la acumulación de basura, "porque los barrenderos pasan poco por aquí". Además, la ausencia de aceras en la urbanización de las calles conlleva que durante el invierno los días de lluvias sean muy temidos entre el vecindario.

"Muchas veces les digo a los niños que se quiten de las barandillas porque se van a caer, aunque ahora ya ni barandillas tenemos", incide una de las vecinas de los pocos espacios libres que se encuentran en la zona del barrio cercada por el muro. Hasta el arco de entrada tienen que desplazarse todos los vecinos del barrio para tirar la basura, en un contenedor único, puesto que el reciclado no es posible en la zona, que se encuentra si tapadera.

Muchas han sido las veces que los vecinos se han desplazado hasta las dependencias municipales con la finalidad de pedir los mismos servicios que a tan sólo unos metros más abajo, en el centro de la ciudad, están generalizados. Además, "muchas veces han venido los políticos y no hemos conseguido nada", afirman. Así, desde el muro hasta la calle Cádiz, con el límite del barrio de El Quemadero, pocas son las iniciativas que se ha puesto en marcha en los últimos años, ni siquiera sobre papel, puesto que el Plan Especial de Reforma Interior de San Cristóbal que se encuentra en tramitación desde hace años por parte del Gobierno regional también se limita a la zona más cercana a la Plaza Vieja. Pese a ello, sus vecinos no renuncian a seguir disfrutando de una de las vistas más espectaculares que tiene la ciudad, aunque el turismo aún está muy lejos de disfrutar de ellas.