Crónicas desde la ciudad

El amargo exilio de María Enciso (I)

ES como muerte civil dijo Miguel de Cervantes al referirse a los gitanos que bajo tierra -difuntos en vida- penaban más que trabajaban en las minas de azogue de Almadén; o de sus otros hermanos de raza condenados a remar en las galeras reales. Invitado por el CEP de la Delegación de Educación y Ciencia, el fin de semana anterior acompañé a un grupo de profesores de Ciudad Real por la Almería literaria de Carmen de Burgos (tiempo han tenido ya los responsables del Plan Urban para corregir su fecha de nacimiento en la placa conmemorativa de su casa natal en la Plaza Vieja), García Lorca, Celia Viñas y José Ángel Valente. Un circuito urbano del que sistemáticamente excluyen a María Pérez Enciso, nuestra doliente poeta y prosista enterrada -muerta de soledad y tristeza, doble muerte civil- en el Panteón Español de México D.F. bajo siete velos de olvido.

No obstante, debemos reconocer puntuales iniciativas en pro de su recuperación. Tres artículos en prensa firmados por Arturo Medina, Kayros y José Asenjo antes y después de la reedición (1982) del poemario "De mar a mar", Editorial Molinos de Agua; dirigida por Aurora de Albornoz y prologado por Manuel Andújar, amigo y confidente de María ("De mar a mar" fue publicado, 1946, en Méjico por Manuel Altolaguirre). A ellos le siguió un seminario internacional -abril, 2004- en la Universidad de Córdoba, patrocinado por aquella Diputación, "Escritoras andaluzas y exilio", con el fin de analizar las obras de españolas que muy a su pesar se exiliaron tras la guerra del 36. Entre otras, Zenobia Camprubí, Concha Méndez y María Teresa León (esposas de Juan Ramón Jiménez, Manuel Altolaguirre y Rafael Alberti respectivamente), Victoria Kent, María Zambrano o nuestra "portentosa escritora almeriense, que fue exiliada política y viajera por toda Europa desde la posguerra española". Con anterioridad vio la luz un elaborado trabajo de Antonina Rodrigo en la revista Meridiana nº 4, enero-1997, editada por el Instituto Andaluz de la Mujer.

Todas estas iniciativas llevaron a incluir a María en el índice de Mujeres Andaluzas ilustres. El último reconocimiento, por ahora, corresponde a "La silueta del tiempo. Musical sobre María Enciso (1908-1949) y los valores de la Democracia", obra de Francisco J. López Rodríguez (música, texto, diseño), producido por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía; audiovisual que debería ser de obligada, y comentada, proyección en todos los colegios e institutos de la provincia de Almería.

Por ello me sorprendió que omitieran a las citadas -además de a Carmen de Burgos- en el documental ofrecido recientemente por TVE sobre la figura de Clara Campoamor, independiente de su justa reivindicación y perfecta realización. Igualmente, al cruzar datos, me choca la ausencia de referencias en la obra de nuestra heroína y Fermín Estrella (pendiente éste de un próximo reconocimiento del IEA), a pesar de los evidentes paralelismos: disfrutaron sus juegos de niñez en espacios comunes; fueron contemporáneos y vecinos en la calle Pedro Jover; emigrantes y/o exiliados forzosos a América y, los dos, sobresalientes en el ámbito literario de Argentina y Méjico. El capítulo de desmemoria más triste, por lo cercano, se consumó con su no inclusión en dos obras de referencia: "Almería, hombre a hombre", de Tapia Garrido, y "Diccionario Biográfico de Almería", del IEA, por no citar otros soportes locales menores.

Orígenes familiares

Determinadas lagunas sobre su infancia y pubertad hace impreciso el contorno humano dibujado ("María Enciso, escritora almeriense del exilio. Estudio y antología", Diputación Provincial de Almería, 1987) por el profesor Arturo Medina, esposo de Celia Viñas Olivella. Libro que me llevó al conocimiento -y del conocimiento al amor- de aquella mujer crecida en el epicentro sentimental del populoso Reducto y recriada en la transitada calle que discurre del Hospital al cuartel de La Misericordia.

El 7 de diciembre de 1903 tuvo lugar en la parroquial del Sagrario el matrimonio de Francisco Pérez Castro y Dolores Enciso Amat. Él, habitante en la calle Baile (actual Aristóteles), maquinista naval al servicio del poderoso naviero Juan March; y ella perteneciente a la burguesía almeriense en la que sobresale su hermano José Gabriel, farmacéutico con oficina en el Paseo, librepensador y dirigente de Izquierda Republicana. La joven pareja se instala en el nº 27 de la c/. San Ildefonso, donde en la mañana del 31 de marzo de 1908 vino al mundo María de los Dolores Pérez Enciso. A ella le siguió Francisco, fallecido a corta edad (diciembre, 1914) de fiebres tifoideas; y Guillermo, probablemente nacido en Barcelona (a la que se trasladaron una temporada por motivos laborales paternos); quien se reuniría años después con la primogénita en América, donde obtuvo una cátedra de Filosofía en la Universidad de Caracas.

Ya de regreso a Almería, a la casa materna de c/. Pedro Jover, María, tras asistir a la escuela pública, ingresa (septiembre, 1923) en la Escuela Normal de Maestras, establecida en su propia calle. Su padre se hallaba enfermo y justo un año después falleció de "Neumonía"; sepelio al que no pudo asistir por encontrarse definitivamente en Barcelona, a cuya Normal, autorizada por el tío farmacéutico, cambió la matrícula de Magisterio (cursos 1923/27). No existe constancia de que accediese a aquella Universidad pero sí que frecuentara los ambientes intelectuales de la ciudad; especialmente la Residencia de Estudiantes de Ríos Rosas, en el barrio de San Gervasio; cenáculo en el que cimentó su vasta cultura y escuchó la palabra y el verso de la poetisa chilena Gabriela Mistral. Aquí se casó con el empresario Francisco del Olmo en 1932; matrimonio fallido tras nacer en 1937 Rosa, su única hija y de la que no se separaría hasta la muerte. En Cataluña ingresó en la UGT y en el PSUC, en el que -se apunta tal posibilidad- utilizó el seudónimo de "Rosario del Olmo" (nombre real de la niña) al ostentar el cargo de responsable del gabinete de Prensa Extranjero comunista. Asimismo, junto a una representante de CNT-FAI, dirigió el Institut d` Adaptació Professional de la Dona.

Siempre huyendo

Ante la inminente toma de Barcelona por las tropas franquistas, huyó con miles de españoles hasta ganar la frontera francesa por Cerbére. Lo hizo en enero de 1939, encargada de una misión oficial: delegada de Evacuación en Bélgica, adscrita a la diplomacia Sudamericana. Tras los horrores de la guerra incivil el drama personal va a ir en aumento, huyendo por Europa llevando de la mano a su hijita. El doloroso encargo, en el que le acompaña la diputada belga Isabelle Blume, consistía en recoger a niños españoles en condiciones infrahumanas, junto a sus padres, de campos de concentración en Saint Cyprien, Clermont-Ferrand o Argelés-sur-Mer (donde se encontraba recluido el diputado socialista almeriense Carlos Pradal con la familia) para ser entregados en adopción a hogares pudientes de Bruselas, Amberes, etc. En Bélgica le sorprendió el horror de la ocupación nazi… Y vuelta a huir.

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