almería b-cacereño · LA CRÓNICA

El banquillo salvador (2-1)

  • José Ramón y García Márez salieron al césped y evitaron el ridículo de su equipo · Le costó imponerse a un Cacereño que acabó con nueve

El Almería B-Cacereño comenzó en el minuto 9, cuando Pallarés se iba directo hacia la portería de Rene y el visitante Diego lo paró en seco, con la consiguiente tarjeta roja directa.

Así, el conjunto dirigido por Francisco tenía por delante 81 minutos para hacerse con la victoria, con un jugador más. El filial rojiblanco comenzó bien, con un 4-2-3-1, con bastante movilidad e intercambio de posiciones entre los tres mediapuntas. Por detrás de ellos, Iriarte y Alberto movían el esférico a su antojo. Ambos podían con los tres centrocampistas cacereños. Hay que destacar que nueve del once que sacó el técnico almeriense habían entrenado a lo largo de la pretemporada con el primer equipo, con lo que ello supone: jugadores de calidad, por lo consiguiente, los tres puntos era lo único válido, pero con el inconveniente de no asimilar al cien por cien los conceptos pedidos por Francisco.

En el 22', Jonathan (su liderazgo en el filial es más que palpable) se internó por la derecha, se deshizo de su marcador, le metió el pase de la muerte a Cristóbal, pero este, en vez de hacerlo fácil, se marcó un taconazo que sirvió para poco. El juego del Almería, con once, estaba claro. El del Cacereño, también: defender correctamente y esperar alguna contra finalizada por Álex o Israel. Quince minutos más tarde, Cristóbal volvió a aparecer, le hizo una pared a Abel, pero éste no la terminó bien. El filial conquistaba el campo rival, pero las oportunidades eran escasas. Los rojiblancos tenían las herramientas necesarias pero no la utilizaban correctamente.

El descanso tranquilizó al Almería B, que veía cómo corrían los minutos y Rene no recogía ningún balón de su portería. Un centro desde la derecha de Jonathan no fue materializado por Pallarés que quiso acomodarse la pelota. Minutos después, el ex del Roquetas volvió a fallar clamorosamente tras un genial pase de García Márquez. En la jugada siguiente, el futbolista que inició el encuentro desde el banquillo deshizo el 0-0 con una preciosa vaselina, como las que protagonizaba antaño su técnico. Poco iba a durar el 1-0, puesto que en el 65', Santi Amaro, envidioso del golazo local, hizo otro magistral en una falta directa desde fuera del área. La falta se la pudo ahorrar Lillo. Una mano de Carrizosa (que supuso la doble amarilla) dentro del área provocó un penalti que transformó José Ramón en el 75'. Ahí acabó el encuentro. Una victoria sufrida que tardó en consumarse más de la cuenta. La duda es qué hubiera pasado en un once contra once.

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