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Dominio absoluto sin ritmo ni pegada

  • Impotencia El Almería B se vio incapaz de superar a un Poli Ejido inferior a nivel técnico, táctico y físico Sustos Los rojiblancos dominaron el encuentro de cabo a rabo, pero los celestes perdonaron el triunfo marrando sendos contragolpes al final

Catorce puntos separan a Almería B y Poli Ejido en la tabla. Ayer esa diferencia fue palpable sobre el terreno de juego, pues el dominio rojiblanco resultó abrumador, pero tan absoluta fue la posesión del balón como improductiva su pegada cuando se acercaban a las inmediaciones del área celeste.

Los calidad de los pupilos de Francisco era sideral respecto a la que cuentan los de Héctor, pero el fútbol jugado sin ritmo, sin imprimir velocidad a las acciones ofensivas, se convierte en algo previsible y, por ende, hace más fácil de aguantar en el cerocerismo.

Porque a un Poli casi hundido y ajado económica y deportivamente, con el físico en la reserva y a la espera de una subasta que palíe sus males, bastante le suponía con aguantar estoicamente las acometidas locales e intentar sorprender en cualquier acción afortunada.

Así planteó el derbi el almeriense Héctor Berenguel en su segundo partido al frente de los del Poniente, sentado en la grada porque aún no se ha alcanzado un acuerdo monetario con Raúl Procopio para que cobre el finiquito de su destitución.

En estas miserias se mueve el grupo IV y el otrora todopoderoso conjunto ejidense lucha por la supervivencia, que no es poco. Enfrente, un Almería sin problemas pecuniarios pero acomodado en su filosofía de filial, con toque, pero sin definición.

Todas las ocasiones del primer período, del partido también, cayeron de lado local, si bien los unionistas parecieron conformarse con disparar en lugar de perforar la meta de Miguélez, inspirado ayer.

Fue no obstante el meta del Poli quien hizo la primera concesión a los tres minutos de juego con una serie de recortes en su área ante la presión de Pallarés que a punto estuvieron de costarle caros a los suyos.

Era la primera de un reguero casi interminable de ocasiones para los rojiblancos durante el primer acto, todas con marchamo de gol, pero ninguna bien resuelta. El siguiente en intentarlo fue el propio Pallarés a centro de Jonathan, pero el remate del delantero centro se encontró con Miguélez.

El ex roquetero volvió a tenerla pasados los veinte minutos de juego, esta vez tras una asistencia del lateral zurdo Richi, pero su toque de espuela volvió a toparse, esta vez, con el pecho de Miguélez. Luego sería el burkinés Jonathan quien pusiera a prueba los reflejos del arquero celeste con un disparo raso y cruzado.

Las tentativas locales morían siempre en las manoplas de Miguélez, protagonista nuevamente tras un saque de esquina bien cabeceado por el capitán Trujillo. Abel, un puñal por la banda diestra con sus peligrosas incursiones hacia dentro aprovechando su zurda de seda, tuvo la última ocasión de la primera parte.

El futbolista rojiblanco se incrustó en la barrera celeste al saque de una falta y el balón fue hacia su desmarque, pero el remate, algo manso, quedaba en manos del omnipresente Miguélez. Con esa acción surgida de la pizarra de Francisco se alcanzaba el tiempo de descanso.

La reanudación no iba a traer mayor espectáculo a una grada que poco a poco se fue apagando con la escasa propuesta futbolística vista sobre el verde. El filial optó por ganar a través del desgaste físico rival en lugar de apostar por el atrevimiento y lo costó dos puntos.

Ni siquiera con un Poli al límite de sus fuerzas el Almería tuvo la valentía de ir a corazón abierto a por el partido incrementando el ritmo de juego. De hecho, la segunda mitad resultó un tostón infumable, un paupérrimo espectáculo en el que las ocasiones de gol se vieron estrictamente reducidas casi a la nada.

Por contabilizar algo, un disparo de Abel con la zurda a los 59 minutos que volvía a detener Miguélez sin excesivos apuros en el lado local y dos acciones desperdiciadas por el Poli en la recta final que pudieron darle los tres puntos.

Fueron sendos contragolpes, uno culminado por Prieto con un tiro que rozó el poste y otro que Lopito le sacó in extremis a Antonio cuando el recién incorporado encaraba sin oposición al guardameta jiennense. Héctor se mordía las uñas en la grada.

El 0-0 corrobora que cualquier tiempo pasado fue mejor, que lejos quedaron aquellos derbis igualados de Segunda División cuando el Poli era una potencia económica y el Almería empezaba a aspirar a algo más de la mano de Alfonso García, cuando el Poli prefirió ser primo a hermano.

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