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Memorias para contar a un hijo

  • La figura del mítico Salustiano Polo Lázaro vive en las palabras de su hijo Israel, que narra a su pequeño las anécdotas futbolísticas de cuando su abuelo jugaba en la AD Almería y en el Real Madrid

Con solamente dos años de edad, el pequeño Israel ya empieza a darse cuenta de la importancia que tiene ese señor vestido de corto que aparece en el cuadro que da la bienvenida a su casa, ese rostro que sale en decenas de viejas fotos que su padre guarda con orgullo y que son motivo de numerosas anécdotas y relatos futbolísticos de los que solamente unos pocos privilegiados pueden ser protagonistas. Esa cara, esa imagen de jugador de fútbol de antaño es la de Salustiano Polo Lázaro, mítico futbolista de la AD Almería que llegó a vestir la camiseta del Real Madrid, abuelo de este crío que ya comienza a conocer sus hazañas deportivas gracias a su padre.

"Hace tiempo, al poco de fallecer mi padre, me dije que lucharía cada día por llegar lo más lejos posible en el fútbol, y que cada éxito se lo dedicaría. Siempre ha sido mi ejemplo a seguir", asegura Israel Polo, técnico de La Cañada senior, hijo del centrocampista que compartió grandes momentos junto a Juan Rojas, Alfonsín o Zapata vistiendo la elástica del equipo de su tierra, a mediados y finales de los años setenta, y que amó el deporte rey hasta el último día de su vida. Se marchó con 18 años al Real Madrid, equipo con el que se proclamó campeón de la Copa del Rey juvenil en la 70-71, ante el Athletic Club (2-1), en un Santiago Bernabéu lleno hasta la bandera. Con el primer equipo llegó a jugar varios partidos, antes de marcharse cedido a Cádiz, Getafe y finalmente al Burgos, donde compartió piso con el también madridista Juan Gómez Juanito. Posteriormente vivió la época dorada del equipo almeriense, con el que celebró el primer ascenso a Primera División. Colgó las botas en los años ochenta, tras pasar por Linares, Granada y Poli Ejido, convirtiéndose en una leyenda del fútbol para su mujer, Isabel, sus cuatros hijos y los aficionados que disfrutaron de su destacable técnica en el Franco Navarro.

"Recuerdo que, a pesar de no estar ya en activo, mi padre siempre hablaba como si fuese un futbolista y un día le pregunté la razón por la que hablaba de esa manera. Me dijo que uno es futbolista hasta el día de su muerte. Me gustaría que mi hijo sintiera por mi lo que yo he sentido siempre por mi padre, que se sintiese orgulloso por haberle transmitido unos valores positivos en la vida", afirma este comercial de 35 años cuyo sueño es poder dirigir algún día cualquiera de los equipos en los que militó su padre.

Ya ha llevado las categorías inferiores de Pavía, Los Molinos, Roquetas y Vícar, y acaba de renovar para la próxima campaña con el conjunto cañaero, con el que ha estado muy cerca de lograr el ascenso a la 1ª Andaluza senior. La mejor herencia que le dejó su padre fue la pasión por el fútbol, mundo en el que quiere mantener muy vivo el legado del apellido Polo, para que en un futuro su pequeño Israel guarde con orgullo las fotos y los recortes de prensa que reflejen sus hazañas deportivas, como él hizo con su padre.

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