Las operaciones que podían desatascar el traspaso de Leo Ulloa ya se han producido. El Villarreal cerraba el pasado fin de semana las salidas de Nilmar y Marco Ruben, dos de sus delanteros, al Al Rayyan catarí y al Dinamo de Kiev ucraniano, respectivamente, en una carambola que le va a reportar al submarino amarillo cerca de 20 millones de euros.

Por el atacante argentino el equipo de Shevchenko ha desembolsado diez millones de euros, una fortuna dado como está el mercado, mientras que al brasileño lo han seducido los petrodólares, que van a reportarle ocho millones a su club y dos más variables en función de la consecución de objetivos deportivos.

Con dinero fresco en caja, el conjunto presidido por Francisco Roig no tendrá problemas para desembolsar los cuatro millones de euros que el Almería fijó en su día como precio de salida para el pichichi de Segunda el curso pasado, si bien en su cláusula de rescisión figuran quince.

El Villarreal, además, afrontaba hace unos días el saneamiento de sus cuentas mediante la venta que el presidente hizo de su paquete accionarial en Mercadona a su hermano Juan Roig, con lo que el traspaso estaría libre de cualquier problema en el cobro, algo fundamental a tenor de las palabras de Alfonso García, escarmentado de los últimos fiascos.

Y el protagonista de la película, Ulloa, hace unos días dejaba claro que su intención era buscar nuevos retos deportivos, a ser posible en el fútbol español. Entonces se veía más que complicado, pero la situación ha dado un giro radical y el atacante no ve con malos ojos volver a la provincia de Castellón.