Valencia - UD Almería · la crónica

El golpe en la mesa llega en Mestalla (1-2)

  • El Almería levanta el tanto de penalti de Jonas con sendos goles de Torsiglieri y Aleix en la segunda mitad. El equipo logra su primera victoria, Francisco se quita un peso de encima y deja a Djukic al borde del cese.

A Francisco podrán reprochársele muchas cosas, pero no que no esté intentando por activa y por pasiva reconducir la situación del equipo introduciendo cambios y variantes tácticas. En Mestalla apostó por primera vez en lo que va de temporada por una defensa de cinco, con tres centrales, renunciando en buena medida a su filosofía de fútbol ofensivo para intentar paliar la sangría en el cuarto trastero. 

Ni por esas. Cruyff ya enseñó con el dream team que no por mucho acumular gente atrás se defiende mejor. Anoche quedó patente dicho axioma. Francisco dio banquillazo a Aleix Vidal y Soriano en su búsqueda de la famosa tecla, pues ayer se decidía si era intro o reset. El equipo hizo veinte minutos discretos, con un par de llegadas al área valencianista a través de un centro de Dubarbier cabeceado por Suso a las manos de Alves y una falta lateral botada por el gaditano al corazón del área que rozó el poste tras tocar en un defensor local. 

La intensidad de los unionistas, que quizá por vez primera en lo que va de Liga superaban en faltas al rival en el ecuador de la primera mitad, sirvió de bien poco cuando el Valencia levantó el pie del freno y se lanzó sobre la portería de Esteban. Avisó primero el exrojiblanco Feghouli con un disparo raso y cruzado que lamió la cepa del poste. Luego Jonas logró controlar el balón en el área pequeña pese a tener tres centrales vigilándolo y su remate también rozó el palo. 

Con el Almería embotellándose poco a poco en sus dominios, el gol iba a llegar de la forma más absurda, porque ya se sabe que a perro flaco todo son pulgas. Como delantero que es, Rodri metió la mano donde no debía en su intento de despejar un balón de cabeza en un saque de esquina y Prieto Iglesias señaló sin dubitar los once metros. 

El brasileño Jonas se encargaba de materializar la pena máxima y hacía saltar por los aires el conservador dispositivo previsto por Francisco, motivando un segundo acto a priori de cara para el conjunto che. 

Antes del descanso aún hubo una acción que sintomatiza los males que vienen asolando a este Almería. El protagonista fue Verza, por lo común riguroso y cerebral, de repente afectado por la banalidad común. El oriolano se vio con el balón en zona comprometida y en lugar de darle aire o cedérsela a Esteban, se entretuvo caracoleando en el área con dos perros de presa encima. Por suerte la acción no acabó en penalti o gol, que es lo que pintaba. 

El técnico almeriense no tardó en mover ficha tomando medidas correctoras en el descanso al dejar en la caseta a Hernán Pellerano para dar entrada a Aleix Vidal en busca de mayor mordiente ofensiva y sentar poco después a Barbosa, más perdido que un gótico en una fiesta ibicenca, por Soriano. 

La cara del equipo mejoró sustancialmente, lo que unido a la inoperancia de este Valencia motivó que poco a poco los almerienses se lo fueran creyendo. Feghouli, con todo, pudo sentenciar al poco de la reanudación de no ser por una manopla salvadora de Esteban. 

Una mala cesión de Fede a Alves que interceptaba Rodri y el meta brasileño terminaba enviando a córner iba a cambiar por completo el signo del partido. Suso sacaba un centro teledirigido a la cabeza de Torsiglieri, que aprovechó sus centímetros para saltar por encima de sus marcadores y lograr el empate.

La igualada llevó la inquietud a la grada de Mestalla y el nerviosismo al sector che del campo. El Almería supo entonces pescar en río revuelto por medio de Aleix Vidal, a quien pasar por el banquillo suele sentarle bien. El extremo tarraconense cogió un balón en el costado izquierdo e inició un slalom sorteando adversarios con la portería entre ceja y ceja para terminar fusilando a Diego Alves. 

El 1-2 provocó una explosión de alegría en el banquillo visitante simbolizada en la carrera que se dio Corona para abrazarse con Aleix en la línea de fondo. La cara de quitarse un peso de encima de Francisco al ver tan cerca su primera victoria como técnico de Primera ratificaba la importancia del gol. 

Quedaban veinte largos minutos por delante que se hicieron eternos al ver cuatro más en el cartel de prolongación. Pero esta vez no hubo sobresaltos. Esta vez el Almería logró quitarse el estigma de ser el único equipo del fútbol profesional en las grandes ligas que tras diez jornadas aún no había ganado un partido. Francisco supo darle a la tecla intro en el momento adecuado, cuando el presidente apuntaba con el índice a la de reset. Solo queda ratificarlo el sábado ante el Valladolid.

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