Celta de Vigo - UD Almería

Resucita al muerto de turno (3-1)

  • Balaídos no había cantado victoria y Charles no veía puerta hasta que llegó el Almería. Sin banquillo, no hubo reacción en la segunda parte.

Luis Enrique y Francisco, exjugadores y técnicos de la misma quinta, sabían que tenían ante sí un test de reválida. Para afrontarlo, los dos presentaron importantes novedades: mientras que el asturiano tiene suficiente fondo de armario para escoger a distintos futubolistas para una misma posición y ayer buscó más verticalidad que posesión, el almeriense se vio obligado a mover el once por la lesión de Pelle y la de Rodri. Sin embargo, el míster rojiblanco sí que quiso cambiar el estilo de los últimos partidos y regresó a su habitual defensa de cuatro, recuperando a Soriano para la mediapunta. El Celta no varió su esquema de juego, similar al del Barcelona, por lo que el Almería quiso hacerse fuerte en el centro del campo y aprovechar los espacios a las espaldas de los locales.

Pese a que la grada no estaba muy poblada, la clásica Rianxeira puso el sabor antes del comienzo en las gradas donde había medio centenar de rojiblancos que ayer iban a ver a su equipo de rosa. El estreno de la equipación en Málaga no fue bueno, a ver si la suerte cambiaba en tierras gallegas. El planteamiento de partido, alegre y atrevido por ambas partes, propició unos primeros minutos vistosos en los que se iba a adelantar el Almería. Suso, que lo había probado previamente, se sacó un zurdado de ésos que a él le gustan, que sorprendió a Yoel después de Ayza Gámez fuera valiente y no cayera en el embuste de Krhon Delhi.

Si al Celta le había salido el descaro con el que empezó su rival, la necesidad de empatar pronto echó arriba a los celetes. Charles pudo lograrlo por dos veces: primero al aprovechar un fuera de juego que se comió Dubarbier, pero que el propio lateral subsanó y después con un cabezazo que Krhon Delhi sacó sin querer. Los locales estaban comenzando a llegar con facilidad y era turno para que la defensa se mantuviera firme. No estaba dando facilidades el Almería pese a que se encontraba agobiado, hasta que Nelson entró con poca contundencia a un despeje, Orellana se llevó el balón y su chut acabó convirtiéndose en el empate. Lo estaban buscando los locales y lo encontraron en la acción menos clara.

Una lástima porque el Celta estaba dejando demasiados huecos atrás y Óscar Díaz estaba leyendo muy bien su papel de aguantar balones y esperar subidas. De hecho, con el Almería de nuevo con la manija del choque, al propio ariete le faltaron centímetros para hacer el segundo. Con el Celta buscando el contragolpe, Esteban y su madera también evitaron que Charles mojara antes del descanso.

La segunda parte arrancó de la peor forma posible. Tras una saque de esquina, y más solo que la una, Oubiña asestó un duro golpe en la línea de flotación del barco. No habían llegado ni a tantearse ambos equipos tras el descanso y el Celta ya había hecho gran parte de su trabajo. Ahora le tocaba al Almería remar a contracorriente en un río que Aleix pudo evitar que siguiera manso, pero no lo logró y Charles se encargó de que las turbulencias fueran ya insalvables. El brasileño, que no estaba viendo puerta con facilidad, puede perdonar una o dos, pero ya tres son demasiadas y sentenció el choque a falta de media hora.

Francisco trató de buscar algún revulsivo en su banquillo para que el equipo no bajara los brazos: Barbosa, Raúl García y Dani Romera. Difícil, por no decir machada, si el Almería tiene que jugarse las habichuelas con un jugador con el al comienzo de campaña no se contaba y con un juvenil, que tiene una gran progresión y seguro que se convierte en un magnífico futbolista, pero cargarlo de responsabilidad tan pronto no es excesivamente bueno. De hecho, dos de los sustituidos fueron Soriano y Óscar Díaz lo que dejó al equipo sin centímetros ni referencia, totalmente huérfano de guía y entregado a manos de un Celta que sanó todas sus heridas y volvió a abrir las de un Almería, que no consigue que cicatricen.

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