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A tres sets de la Octava

  • Unicaja Almería doblega a su máximo rival, Teruel, en la final anticipada y con más de 1.500 seguidores turolenses en las gradas de Zaragoza · Gran partido de los almerienses, en especial Smith y Denmar

Si la de ayer era la final anticipada de Copa Unicaja sería ya campeón de este torneo por segundo año consecutivo. Derrotó, remontando, y ante media Aragón vestida de naranja y reunida en el Centro Deportivo Siglo XXI de Zaragoza, a su principal rival, Teruel. Pero, claro, el título no está aún ganado. Hoy hay que refrendarlo en la final de las 12:00 horas, ya sin el máximo rival, pero ante un anfitrión, Multicaja Fábregas, que, descendido a la Superliga 2, jugará la Champions si Unicaja gana la liga.

 

Unicaja y Teruel sabían lo que se jugaban. Eran los dos grandes favoritos y sólo quedaría uno, por lo que la tensión fue palpable desde el saque inicial. También se dejaba notar desde el arranque la guerra en las gradas. Casi 200 valientes almerienses, muchos de los cuales tuvieron que sobreponerse a un interminable viaje de catorce horas dado que el motor del autobús se rompió a mitad de camino y hubo que esperar hasta tres horas a otro autocar, intentaban silenciar a 2.000 turolenses, que recorrieron la pequeña distancia entre Teruel y Zaragoza y eran por lo tanto y lógicamente amplia mayoría. En la pista, mucha igualdad y alternativas en el electrónico. 

 

La tensión era  excesiva. Le afectó  al dúo arbitral, que tuvo dos acciones comprometidas en las que repartió botín, una para cada lado. Novillo tuvo que pedir tiempo muerto para tranquilizar a los suyos en un momento de tirón almeriense (12-9) y le surtió efecto, pues cortó la racha ahorradora en una rotación en la que hizo mucho daño. La afición naranja se comió a Olteanu, a Soonias empezó a fallarle el brazo y a Howatson la cabeza. Unicaja daba peligrosos síntomas de debilidad y desconcierto y Teruel llevó el partido a su terreno. La caraja almeriense y el parcial turolense fueron espectaculares, 1-12, pasando a un 13-21 que, pese a una gran reacción ahorradora final, acabó siendo insalvable.

 

Unicaja comenzó el segundo queriendo enmendar el borrón del primero, y lo hizo al iniciarlo con un 6-2. La clave estaba en mantener una regularidad, algo que no pasó en el primer acto. En esta ocasión, Novillo volvió a pedir tiempo con marcador adverso (12-7) pero la jugada no le salió igual. Unicaja, aunque con algún altibajo, supo mantener la cabeza fría y consolidar la ventaja pese al constante agobio al que le sometieron los aragoneses, con el respaldo de toda Teruel y media Zaragoza, que soñaba con una final entre los dos equipos de la comunidad. Olteanu, el centro de la ira de toda la grada local, apareció al final de la manga, con un bloqueo a dúo con Smith que ponía la igualada en bandeja. 

 

Otra vez en igualdad a sets, como al principio. Y, como en el comienzo, equilibrio máximo entre ambos. Uno y otro, a la espera del fallo del rival o a la caza de un bloqueo que abriera la distancia. Y llegaron dos, uno de Denmark y otro de Sevillano (10-6). 

Llegó el vendaval, con Howatson rematando la faena con dos saques directos consecutivos (casi hace un tercero) y Denmark y Smith (colosal el estadounidense) haciendo más sangre al equipo de Novillo (17-8). Todo ello, a raíz de los buenos servicios del canadiense. La brecha dejó K.O. a Teruel y le obligaba a la machada, con una parroquia cada vez más silenciada. Unicaja, por su parte, había hecho lo más difícil: remontarle a Teruel en casa.

 

El cuarto se presentaba con el mismo panorama. Si Smith estaba fino, Denmark le iba a la par. Partidazo también del central canadiense. Unicaja estaba en su mejor momento del encuentro y Sevillano también era un fiel reflejo de la ya clara supremacía almeriense. 

 

Los de Carreño tenían un pie y medio en la final de hoy. Faltaba cerrarlo y el momento de hacerlo se iba aproximando a medida que se iban sucediendo los puntos. Con un remate de zaguero de Olteanu, duro y abajo, Unicaja ya se sentía ganador. Y más aún con un bloqueo de Sevi (21-13). Soonias terminó de machacar y Fran Rodríguez entregó el partido al dejar una bola en la red. Olteanu, crucificado por la afición local (que luego, eso sí, mostró su caballerosidad aplaudiendo a los almerienses y pidiendo la presencia del rumano), fue quien puso a Unicaja a tres sets de conquistar su octava Copa del Rey.

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