Granada-almería

Que empiece ya lo serio (0-1)

  • El meta Esteban salvó ocasiones de todos los colores y deja claro que no le va a permitir a Diego Alves dormirse. Nueva victoria en un duelo en el que el Almería por fin fue dominador en la segunda parte

El Almería se despidió ayer de la pretemporada con un amistoso, muy sufrido por cierto, ante un Granada que venía de vencer y convencer ante el Málaga. De nuevo vestido de albigrisáceo [mejor que no tenga que utilizar mucho esta equipación porque no se distingue nada bien cuando enfrente haya un conjunto rojiblanco y, además, da sensación de cenizo], el equipo de Juanma Lillo planteó un partido para ser el dominador de la pelota e ir puliendo su particular estilo de juego.

Si algo queda claro, además de que es imposible hallar pesquisas sobre el posible once que para Lillo será el titular, es que la pretemporada es descafeinada porque le falta la tensión y los nervios que dan los puntos. El Almería tocó y retocó, se enrocó con la bola como si de una partida de ajedrez se tratara, mareó durante la primera mitad a un Granada que decidió esperar y contragolpear, como cuando sólo te queda el rey, unos pocos peones y algún alfil. Pero esas piezas eran peligrosas.

Después de haberse caído el Udinese y no celebrarse el triangular, el partido no fue nada más que una revancha del 2-0 de hacía una semana. A diferencia del día de su presentación ante el Málaga, el equipo entrenado por Fabri se encontró con un conjunto hecho y derecho, muy trabajado y que resolvió la primera parte con un chispazo de calidad. Pero el Granada se tenía aprendida la lección y trató de ahogar la salida de un Almería que tuvo una prueba más difícil que ante el Levante.

Y es que aquel fue uno de esos partidos que se pierde uno de cada cien. Ayer hubo que trabajárselo mucho más. En varias pérdidas peligrosas del balón, el principal inconveniente del equipo, Esteban salvó a su equipo. El asturiano dejó claro que, además de colocación, sigue teniendo unos reflejos envidiables. Los años pasan; la calidad no la pierde un portero que aguarda pacientemente su oportunidad.

Así, cuando el Granada trató de dar una paso adelante porque el Almería ya notaba el cansancio de la primera parte, Valeri recibió entre líneas, donde a él le gusta, levantó la mirada y puso la bola en la escuadra granadina. Golazo y a vestuarios; como los grandes.

Juanma Lillo hizo todos los cambios al descanso. A diferencia de en duelos anteriores, el equipo estuvo desconocido cuando formó con línea de tres en defensa. El Almería se desorientó y el Granada se hizo muy facilmente con el control del balón. Los almerienses se empecinaron sin sentido en perder balones y Esteban las salvó de todos los colores. Hay momentos, cuando no eres dominador del partido y te tienen encerrado en tu área, en los que un patadón descongestiona la defensa y ayuda a salir y recolocarse al equipo. Pero al Almería muchas veces le gusta complicarse la vida. Lo mejor: que se acaba la pretemporada y comienza lo serio.

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