Juan josé téllez

"¿Creemos legítimo convertir a los gibraltareños en nuevos palestinos?"

  • "Gibraltar y su campo parecen un matrimonio que duerme en camas separadas", asegura el periodista en su nuevo libro 'Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013)'.

Pintores, escritores, episodios con mayúsculas y anónimos de historias grandes pasean por Yanitos. Viaje al corazón de Gibraltar (1713-2013), editada por el Centro de Estudios Andaluces, el estudio más completo del periodista y escritor Juan José Téllez (Algeciras, 1958) al Peñón y su territorio mítico. En Madrid, donde con frecuencia pontifican de una tierra que no han pisado nunca, presenta el libro el  18 de febrero. Y en Sevilla lo hará el 11 de marzo.

-Entonces, yanitos, con y. 

-A no ser que sea una broma topográfica, Gibraltar no es llano como para que a sus oriundos se les pueda denominar llanitos. El origen de la transcripción yanito la aportó en los 70 el periodista gibraltareño Manuel Cavilla. Entendía que  era una derivación del Gianni italiano, giannito, el nombre más común de los genoveses y malteses que repoblaron el Peñón a partir del XVIII y XIX, o derivación de Johnny: johnnito.

-Como nacido en Algeciras, ¿cuál es la primera imagen que tiene de Gibraltar?

-Cuando mi abuela me llevaba a la playa de Los ladrillos, que existía antes de que hicieran de ella un sumidero de aguas fecales. Desde allí el Peñón era una especie de abrazo mineral que cobijaba la Bahía de Algeciras, un territorio mítico. Como era muy niño antes del cierre de la Verja [en 1969], no lo visité hasta la apertura, pero crecí con Gibraltar enfrente y con sus palabras mestizas. A las cánicas se les decía meblis, de marbles y el chicle era chingua, de chewing gum. Gibraltar también era la música, crecí entre Juanito Valderrama y Los Beatles, Los Rollings, Los Monkeys... Era un extranjero cercano: iban trabajadores españoles y su radio emitía partes informativos en español en los que se llamaba dictador a Franco....

-¿Y qué descubrió la primera vez que cruzó la Verja?

-Una especie de parque temático de culturas. Había una atmósfera, casi un olor, muy british y también un aire andaluz muy marcado, una fuerte impronta maltesa, genovesa, sefardí, india... Y marroquíes hacinados en la Casemates Square, las viejas casamatas, que habían sustituido la mano de obra española.

-Y le hemos dado la espalda a toda esa riqueza.

-Gibraltar y su campo parecen un matrimonio que duerme en camas separadas. Su actualidad tiene un mismo origen histórico y social pero sus pueblos han visto secuestrada su vida cotidiana por los grandes intereses diplomáticos y militares dispuestos en los despachos de Utrecht, Madrid o Londres. A la gente nunca se le ha tenido en cuenta.

-¿Y eso ha sido más evidente este verano que en años anteriores?

-Es un déjà vu. Hemos terminado siendo partícipes de una coreografía del conflicto que reestrenamos de tarde en tarde y que echa por tierra todos los esfuerzos que entre un momento y otro se hace para intentar diferenciar entre las decisiones de los gobiernos y los ciudadanos. Cuando pronuncian la palabra Gibraltar no ven el rostro de quienes pueblan la zona sino sólo grandes discursos propagandísticos. Para Gran Bretaña es una pieza importante de su imperio y para nosotros, la piedra en el zapato.

-¿Los españoles, en general, tienen esa sensación?

-No, pero es la doctrina oficial y los discursos oficiales se retroalimentan. Llevamos tres siglos con el mismo discurso, no hemos avanzado nada y seguimos con la misma estrategia. Si estás enamorado de alguien le regalas flores, no le arrojas macetas. Y se supone que si nos gusta tanto Gibraltar deberíamos hacer algo por seducirlo, no por hostigar a sus habitantes. ¿O es que creemos legítimo convertirlos en una especie de nuevos palestinos para seguir diciendo "Lo importante es la tierra, vosotros podéis seguir siendo británicos pero Gibraltar es nuestro?".

-Salvo contadas ocasiones, apenas hay diálogo entre los agentes culturales de un lado y otro, ¿no?

-Ha habido un clima de buen entendimiento en la música, en el teatro, también las fuerzas sindicales, lo que no hay en el resto de planos de la vida cotidiana. Hay relación puntual pero no fluidez porque la frontera impone una separación: uno cruza ya en tensión porque espera luego una cola que puede ser de una hora o de cinco, y con un guardia civil que a la salida te haga abrir el bolso por si llevas las cuentas en B de Bárcenas.

-¿Quién debe desbloquear la presión sobre los controles en la Verja?, ¿Europa?

-Es un pretexto, una forma de fastidiar a los gibraltareños. Es como una película de Berlanga. En 1969 si tú estás en contra de que Gibraltar siga siendo una colonia británica, pues no te relaciones con Reino Unido. No cierres la frontera a lo colonizados, rompe con el colonialista. Ahora volvemos a las mismas. Si quieres hostigar al Gobierno gibraltareño o británico, hazlo en Gatwick o en Barajas con los vuelos a Londres, no en una frontera por la que cruzan 8.000 mil españoles al día. No estrangules a una ciudad como La Línea, que depende del flujo comercial con el Peñón. ¿Para ganar esta guerra diplomática  tenemos que atacar a nuestros compatriotas? Dan ganas de que Gila resucite y pregunte, ¿es ahí la guerra?

-¿Ve una solución cercana?

-No. Es un clásico en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Una leyenda dice que el diplomático que logre que el  Peñón vuelva a ser español tendrá un marquesado. Tampoco confío demasiado en la capacidad negociadora de los gibraltareños, han cometido errores de bulto: no me parece que la preservación del caladero de Punta Europa, por ejemplo, sea su mayor urgencia en materia de medio ambiente como sí lo es el problema de las gasolineras flotantes. Pero puedo concebir que una población de 30.000 habitantes, en una situación numantina, incremente el ultranacionalismo, lo que no entiendo es como España y Reino Unido, que tan buenas alianzas han trenzado desde la Guerra de la Independencia hasta el trío de las Azores, hayan sido incapaces de encontrar un entendimiento para que sus  administrados no sean los daños colaterales de esta especie de esgrima de salón. 

-Esgrima en la "zona adyacente" como le llama Rajoy.

-Habría que llamarle zona catastrófica: seguimos con el mismo porcentaje de marginalidad y pobreza que en los 70, antes de todos los planes de desarrollo y todo el humo que acumulamos.

-¿Sueña con un Campo de Gibraltar distinto?

-No tengo demasiada confianza. Creo ya de entrada que nadie cree en la comarca y que el espíritu comarcalista ha sido desguazado por otros intereses y, sobre todo, por un ultralocalismo catetos, casposo y devastador.

-¿Con qué Gibraltar se queda?

-Con el desconocido: el de la Sinagoga antigua, el de la aldea de La Caleta, la Catalan Bay, que los británicos llamaron así porque confundieron la barretina de los genoveses con la de los catalanes; el de la Cueva de Gorhan, Carlos Pacheco y Rafael Marín inventaron que allí resucitaba el dios Melqart fenicio.

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