Feria

Menese, La Macanita y Reyes, tres formas de entender el cante

  • La segunda noche del Festival Flamenco reunió tres estilos sobre el escenario, dejando constancia del duende de los tres artistas

Gran noche flamenca la vivida el martes en la Plaza Vieja. El Flamenco es un arte tan universal y casi inabarcable que hay muchas formas de vivirlo y sentirlo. Lo escuchado el martes en la segunda velada del 49 Festival Flamenco 'Ciudad de Almería' fue una irrefutable prueba más de la grandeza del género, pues tres grandes figuras como La Macanita, José Menese y Antonio Reyes defendieron con maestría tres formas rotundas de bregar con el cante más puro. En el caso de la cantaora jerezana con una energía desbordante y unas importantes ganas de escenario.

José Menese tiró de temple y carisma para un recital profundo. Mientras que Antonio Reyes desbordó con su insultante juventud y su timbre más sutil. Tres triunfos más para un Festival de gran altura artística.

La noche la abrió Tomasa Guerrero Carrasco, La Macanita, que con su vestido crudo dejó claro que iba dispuesta a comerse las tablas desde el primer asalto. Así se apuntó en unos tarantos a capela con los que calentó una voz que retumbaría con mucha más intensidad con el avance de su actuación. Acompañada al toque de Manuel Valencia y las palmas de Chicharito y Macano, sentó cátedra por tientos y tangos como El Limón con la Canela, de Arturo Pavón, o Me gustan tus andares, siempre hilvanando estrofas con naturalidad, soltura y con el gran toque de Valencia.

Mejor entonada, La Macanita se lanzó por soleás elevando cada vez más potencia y grado de su quejío al unísono con los constantes olés del respetable. También demostró rotundidad en la tanda, más breve, de seguirillas, hasta cerrar a lo grande con el cante por bulerías, con baile y bravura, pues llegó a ofrecer hasta cinco estrofas sin micrófono, demostrando un derroche abrumador de raza y genio que terminó por rendir al numeroso público asistente.

El cantaor de La Puebla de Cazalla fue la segunda figura en pisar el escenario. Veterano y respetado por el flamenco de cánones más puristas por lo auténtico de su cante, Menese, de 73 años, ha adaptado con maestría su arte a tempos más lentos pero igualmente brillantes, que aumentan si cabe lo añejo de su propuesta y el timbre más grave de su voz entera, tal y como quedó reflejado en las tonás de entrada. Al igual que La Macanita y también después Antonio Reyes, quiso Menese dedicar un cante, unos tarantos, a Tomatito, sentado entre el público, disfrutando como uno más de una noche que se prolongó hasta más allá de la una de la madrugada.

Tras ellos, el sevillano arrancó por tientos de tempo lento, de paladeo intenso, marcando el compás y el arte con los movimientos de su mano derecha, como si fuera un director de orquesta. A su lado, Antonio Carrión demostró una vez más su capacidad para el rasgueo y la sobriedad en los arpegios. "Tengo el corazón un poco fastidiado pero voy a darlo todo esta noche por ustedes", avanzó. Y donde más se notó fue en la tanda de soleás donde echó el resto sin lugar a dudas. Para cerrar y lejos de terminar por fiestas, Menese, cantaor recto por derecho eligió unas seguirillas con las que recibió la última de las ovaciones.

Menese quiere mucho a Almería y eso se dejó notar durante su actuación. El cantaor siempre agradece que lo llamen de una tierra que lleva en su corazón, y que considera como su segunda casa. A sus 73 años, y habiendo sido una gran figura, sobre el escenario se entregó y dio lo que lleva dentro: mucho arte.

El colofón vendría con Antonio Reyes, cantaor de Chiclana de la Frontera con una trayectoria ascendente en los últimos tiempos, en los que se ha convertido en una realidad presente, pero con un futuro por delante más prometedor si cabe. Con un timbre más agudo y una intuitiva capacidad de entonación y compás, Reyes estuvo acompañado por Manuel Parrilla al toque y los Mellis en las palmas.

Entró por soleás con un bello recuerdo al A Quién le contaré Yo, de Juan Talega y pasó pronto a los tangos donde no ocultó cierta tendencia al 'camaroneo', explícito en Y me gustan las mujeres y también notable en las seguirillas posteriores. Con una picaresca del que se sabe bueno, pero no quiere creerlo, Reyes siguió su actuación por bulerías, en las que Parrilla demostró su técnica al compás. Generosa tanda de fiestas que terminó con una de las estrofas más conocidas del género: "pudo ser una noche junto al mar, unos brazos de mujer y un adiós sentimental". Como regalo final, el gaditano realizó una tanda de fandangos naturales de pie, llenos de pulsión y fuerza, cerrando así una noche de excepción.

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