La incógnita de quién ganará el 61 Premio Planeta de Novela se despejará esta noche en Barcelona, en una velada literaria que reunirá en la mesa presidencial al máximo responsable del grupo editorial, José Manuel Lara, con el ministro de Cultura, José Ignacio Wert, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y el conseller de Cultura, Ferran Mascarell. Será la foto más comentada de la jornada después de que, ayer, Lara pidiera a los gobiernos español y catalán "diálogo y diálogo" para superar el actual desencuentro a consecuencia de la deriva soberanista que hay en Cataluña.

"A mí no me gusta esconderme. Digo lo que pienso con transparencia", declaró a preguntas de los medios en el tradicional almuerzo de la víspera del premio Planeta donde, por esta vez, se habló casi tanto de política como de libros. Lara comenzó recordando que hace cuatro o cinco años, en un desayuno en Madrid, le preguntaron por la desafección de Cataluña a España, tema sobre el que se había pronunciado previamente el entonces presidente catalán, José Montilla. Allí dijo que podría haber entre un 15 y un 20% de la población que se sentía exclusivamente catalana, un 5% que se sentía exclusivamente española y un 75% que, en distinta proporción, se sentía a la vez catalana y española; porcentajes que "no serían el caldo de cultivo para la radicalización". Sin embargo, Lara ya apuntó entonces que "el 75% de esa población no se sentía bien tratada dentro del cuadro económico y financiero del Estado español". "Lo importante, como dije allí, no es si ese 75% tenía o no razón. Pero si en una casa hay cuatro hermanos y uno se siente maltratado, hay que sentarse a hablar con él, porque si no, se irá de casa". Y ese diálogo es el que ha faltado, en su opinión, mientras que se han contado "verdades a medias" sobre lo que implicaría la independencia de Cataluña, que definió como "un mal irrecuperable para unos y otros, un coste que ninguno podremos pagar".

"No me puedo creer la independencia de Cataluña dentro de la Unión Europea", prosiguió. "Es muy peligroso jugar con los sentimientos y el nacionalismo catalán es un sentimiento, como también lo es el anticatalanismo. Cuando los has despertado no los controlas y, si no puedes satisfacerlos, el desenlace puede ser frustrante y doloroso para la ciudadanía".

Lara recordó que su abuela murió sin saber hablar español y dijo de sí: "Soy catalán, pero també sóc espanyol", un eslogan que animó a acuñar y defender en estos tiempos porque "la convivencia en Cataluña era y sigue siendo posible".

En cuanto al futuro de su negocio, insistió en la idea que avanzó días atrás: se llevaría fuera de Barcelona los sellos en castellano ("por lógica, las grandes empresas editoras francesas del grupo están en París y no en Roma") pero mantendría en Barcelona las editoriales catalanas y los premios en catalán como el Ramon Llull que, ironizó, "no se fallará nunca en Cuenca", una de las ciudades (como Zaragoza o Madrid) donde dijo que se establecería si Cataluña se independizase. En ese caso, concluyó, él tendría que ir a trabajar fuera de lunes a jueves pero nunca dejaría de vivir en Barcelona, su ciudad.

retos de futuro

Con todo, ayer se habló, y mucho, de literatura. "Se nos pide a los editores una política de precios más agresiva para luchar contra la piratería. Pero a los piratas sólo se les puede combatir con trabucos y parche en el ojo como ellos, no ajustando los precios a la baja", declaró ayer con decisión el presidente del Grupo Planeta. Lara insistió en que es necesario desarrollar "cuanto antes" la esperada ley de propiedad intelectual ("sé que el ministro Wert está en ello pero no podemos esperar dos años más", dijo) ya que la normativa actual "no ha conseguido anticipar medidas para controlar las páginas de enlaces, que son la gran excusa de los piratas". Como dato, el grupo que lidera ha presentado unas 1.500 denuncias este año por versiones ilegales de sus libros.

Junto al mayor control de internet, su otra gran reivindicación para un sector "que hasta hace poco ha soportado mejor la crisis que otros, gracias a que llevamos varios años aumentando el nivel de lectores y los hábitos de lectura", es que se equipare el IVA del libro electrónico (ahora de un 21%) al del papel, al 4%. "Francia y Luxemburgo ya han aplicado un IVA reducido. Y Amazon también pues no ha tardado en radicarse en Luxemburgo. No creo que sea bueno que caigamos, vía Luxemburgo, en el colonialismo cultural del libro digital".

"Si ambas medidas se tuvieran en cuenta", continuó, "me daría por satisfecho porque podríamos saber también qué peso tiene en España el libro digital. Hasta ahora se sabe qué parte es legal, pero sólo se puede intuir qué porcentaje no lo es".

Lara hizo estas consideraciones antes de referirse a las obras finalistas al sexagésimo primero Premio Planeta de Novela, un galardón que, dijo, "goza de buena salud, como prueba el que se hayan presentado 432 títulos", y por el que su padre sentía un "gran orgullo porque decía que lograba que, por un día, hubiera tantos fotógrafos para los libros como para el fútbol y los deportes".

Entre emotivos recuerdos también a Carlos Puyol, fallecido el pasado mes de enero, que fue durante cuatro décadas miembro del jurado del Planeta y, siempre, un fiel colaborador de la editorial, se repasaron los géneros que predominan entre las obras aspirantes al premio. Emili Rosales, que reemplaza como secretario a Puyol en el jurado, destacó la alta presencia de novelas históricas, "ambientadas en períodos recientes como la Guerra Civil española, o en la historia antigua" así como de género policíaco en todas sus variantes, incluido el thriller político. Sagas familiares, ambientes rurales, conflictos sentimentales y sociales… alimentan también otras tramas en un año en el que hay "una calidad altísima y cuatro novelas muy merecedoras del Planeta", declaró el escritor jiennense Juan Eslava Galán, otro veterano del jurado que completan Ángeles Caso, Rosa Regàs, Carmen Posadas, Pere Gimferrer y Alberto Blecua.