CADA vez queda menos para que el nuevo curso arranque. Apenas nos demos cuenta, volveremos al Mediterráneo para ver al nuevo Almería. Y digo "nuevo" porque eso es lo que quiere la afición, abonados o no, de este proyecto de Alfonso García que ha puesto en manos de un curtido entrenador, Lucas Alcaraz, quien a diferencia de Zubeldía, sí que se conoce la categoría al dedillo y a buen seguro que tratará de aprovecharse de ello para ser un alumno aventajado en esta su segunda aventura con el equipo rojiblanco. Pero hay algo que sigue llamándome la atención, y es que no dejamos de oír o de leer aquello de que "el grupo está ilusionado", o "vamos a pelear por volver a Primera". Precisamente el otro día, en una entrevista a Alcaraz, el entrenador lo dijo con letras mayúsculas: "muy pocos equipos han logrado, en los últimos años, retornar a Primera después de descender", y tiene razón. Sólo hay que echar mano, como diría Pablo Laynez, del famoso Dinámico, y reafirmar sus palabras. Pero hay algo que sigo sin escuchar. Algo tan sencillo como la palabra "compromiso", y perdonen que insista tanto. Es que sin ella en ese vestuario este Almería no irá a ningún sitito. Se puede hablar de ilusión, de ganas, de volver a Primera cuanto antes, pero sin futbolistas comprometidos con el club, difícilmente alcanzarán su objetivo. Es más, dejémonos de tonterías y centrémonos en la realidad, que no es otra que la de tratar de asegurarse la permanencia sin angustias y sin sufrimiento, y a partir de ahí, ver hasta dónde es capaces de llevar esta nave la plantilla rojiblanca. Bajémonos de la nube y comencemos con los pies en el suelo, que aquí nadie regala nada.