NI la supuesta adaptación a la Segunda A ni otros típicos tópicos, muy del uso de los que apenas tienen argumentos de peso, pueden servir de excusa para justificar lo que aconteció ayer tarde. Uno de los conjuntos más modestos, por no decir otra cosa, de la competición bailó en inferioridad a nuestro equipo. Primera conclusión: nuestra deficiente preparación física. El Girona apretó justo cuando más cansado debía de estar, sin contar con su escasa técnica. Además, la demostración de los nuestros en la primera mitad reforzaría dicha teoría. Quizá nunca lo sepamos, pero ojalá que los tiros vayan por ahí porque a diferencia del talento, que se lleva dentro, la fuerza se adquiere con trabajo. Me parecieron excesivas las quejas dirigidas a Lucas Alcaraz al término del choque, aunque nunca podré estar de acuerdo con el entrenador granadino si deja en el banquillo a Marcelo Silva para que juegue Carlos García, muy lento, y Jakobsen, que al menos cumplió. Tampoco estuvo muy afortunado Corona, otra vaca sagrada. Cuidado, Lucas. Quien sí deslumbró fue Aleix Vidal, el mejor jugador sobre el terreno de juego. Una perla caída del cielo. Por el contario me decepcionó Rafita, muy voluntarioso, pero poco más. Por lo menos suple su falta de creatividad con un gran derroche físico. A la espera de que me quite la razón, es uno de los futbolistas que más nos recuerda que competimos en Segunda A. Una buena noticia: volvió el marcador simultáneo tras el calentón del presidente después de que se anunciara, hace un par de temporadas, un gol del Madrid. Por cierto, menuda incongruencia si hubiese recalado en nuestro club Charles, el jugador que batió en Córdoba a Esteban. Mientras no cambien las normas, nuestra liga, la española, será de Tercera.