Apartir de ahora el Almería tendrá dos enemigos más: la motivación extra de los rivales para derrotar al líder invicto y la lógica presión para un conjunto que estará, si cabe, más obligado a ganar. Y es que durante las temporadas en primera, bastaban las victorias necesarias para conseguir la permanencia, pero llegados a este punto, la carrera infernal por lograr más triunfos que los otros aspirantes será angustiosa. Está claro, la campaña acaba de comenzar y algunos le restan importancia al liderato, sin embargo para mí si tiene mucha trascendencia porque, jornada a jornada, estamos observando que la probabilidad de retornar a la máxima categoría es elevada, siempre y cuando se refuerce la plantilla en el mercado de invierno. Sí, acabamos de comenzar el mes de octubre, que por cierto viene muy cargado, y el conjunto responde a las mil maravillas, pero más vale anticiparse ante la oportunidad que se nos puede presentar. Un dato a tener en cuenta es la cantidad de balones recuperados en el centro del campo, no sólo en el encuentro de ayer, sino en lo que va de temporada. Asimismo, el control ejercido por dicha línea hace que la defensa pase menos apuros de lo habitual y que la delantera (con killer incluido) también se beneficie de ello. El máximo responsable de esta máquina tan bien engrasada tiene nombre y apellido: Lucas Alcaraz. Gustará más o menos su estilo de juego, pero no creo que a nadie le preocupe ahora eso. A mí, no. Además, ya nos permitimos el lujo de ver correr y sudar a Corona; incluso no ha hecho falta recurrir a la velocidad de los neutrinos para viajar al pasado y contemplar, durante los pocos minutos que actuó, al Goitom de antaño, potente y veloz. Bravo, Lucas.