COMENTABA Alfonso García en la Junta de Accionistas que no iba a vender a Ulloa en invierno, porque sin él, el ascenso sería poco menos que utópico. Y no le faltó razón al presidente. El tanto que ayer logró el argentino con la zurda (no olvidemos que es diestro), fue para enmarcar. No tan espectacular como la chilena de Goitom, pero de una dificultad extrema. Sin embrago, el penalti que concedió Michel fue inaceptable. El joven brasileño, que tantos encuentros ha disputado con acierto en primera, no puede cometer un error tan infantil. Fue la cara y la cruz, en cuanto a acciones individuales se refiere. Ahora bien, si analizamos el choque en su conjunto, lo primero que me llamó la atención fue la ausencia inicial de Bernardello. ¿Cómo se puede prescindir del centrocampista en un estadio como el del Alcorcón? Ya estamos con la eterna manía de los entrenadores que prefieren mantener un determinado esquema porque funcionó en el partido anterior, sin tener en cuenta las virtudes del rival y las características de su terreno de juego. Así no, míster. Sin ir más lejos, tras la reciente victoria frente al Sabadell, escribí la siguiente reflexión: Alcaraz puede variar el sistema, ahí es donde se demuestra quiénes son los grandes entrenadores. Y es que ayer la batalla se iba a librar en el centro del campo, estaba cantado. Pero nuestro técnico, además de no acertar de inicio, reaccionó muy tarde. Anquela fue la antítesis, con sus continuas variaciones, mientras que Alcaraz siempre fue a remolque. De ahí, la lamentable imagen mostrada frente al Alcorcón, que por momentos parecía el Barça. Y no me sirve de excusa el hecho de jugar con un hombre menos. El punto bueno, la imagen y el proceder de nuestro técnico, deplorables.