graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Esta cocina es una ruina

CONFORME se acercaba el final del partido, ya rondaba por mi mente el titular de este artículo: misión cumplida. Eso sí, siempre y cuando se hubiese logrado la victoria. Dicho encabezamiento suelo configurarlo en función del desarrollo de la misiva, pero esta vez tenía claro que la inminente victoria del Almería iba a llegar pese a haber realizado un paupérrimo encuentro. O sea, tres puntos, gracias y nada más. Sin embargo, el destino es en ocasiones caprichoso y puso el dedo en la llaga. Los astros se juntaron para permitir que Acasiete, un jugador en franco declive, tuviese que ingresar en el terreno de juego por la lesión de un compañero, y a la postre le pusiera en bandeja el empate a un conjunto que ya ejerce sobre el césped como un equipo más de la Segunda B. El problema es que el nuestro está actuando como uno de la Segunda A de la mitad de la tabla hacia abajo. Sin patrón de juego, sin presión, con continuas pérdidas de balón, ante un Cartagena que da vergüenza ajena verle jugar en su propio estadio. Ni siquiera así se pudo rentabilizar el tanto de Aleix. El brote verde, el buen postre con el que nos sedujo el Almería frente al Villarreal B, pareció más bien una artimaña para que nos creyéramos que la guinda que aquella noche le faltaba al pastel, Ulloa, nos proporcionaría en breve un apetitoso menú. Lo peor es que el condimento de Esteban Vigo sigue sin aparecer, brilla por su ausencia, y el equipo deambula sobre el terreno de juego sin la sosería, que para algo valía, de Alcaraz. El aderezo del nuevo técnico almeriense se ha perdido en la cocina del vestuario. Ahora vienen dos salsas picantes; a ver cómo las digerimos. A pesar del desaguisado, volvemos a entrar en zona de play off. Qué nivelazo el de la Segunda A.

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