graderío

Ramón Gómez- Vivancos García

Se acabó lo que se daba

LO argumenté en mi anterior artículo y lo venía divulgando en diferentes redes sociales, así como a quien me lo preguntaba personalmente: el Almería no jugaba realmente en Guadalajara, sino que lo hacía en Alcorcón. Ahí, en la localidad madrileña, estaba la clave, porque el encuentro disputado en el Pedro Escartín tuvo, más o menos, la misma historia que el del pasado jueves frente al Numancia. Un Almería que ganó sin excesivos problemas frente a un rival que nada se jugaba, y que posiblemente no quiso o no pudo. Claro, por eso fue protagonista un jugador tan soso como Aarón. Pero volvamos al quid de la cuestión. Algo se puede anunciar a los cuatro vientos: ya sabemos cuál será el signo de la quiniela en el encuentro de la última jornada que se disputará en Balaídos entre el Celta y el Córdoba: una equis. Por lo tanto, los quinielistas ya se pueden despreocupar de ese resultado. El empate del Valladolid en Alcorcón, después de ir ganando durante gran parte del choque, condena a los de Pucela a disputar el play off, y de paso aniquila la única aspiración real del Almería para meter la cabeza en dichas eliminatorias de ascenso. Se ha comentado por activa y por pasiva que si los rojiblancos alcanzaban la cifra de 70 puntos jugarían el play off, pero el calendario de esta temporada ha sido caprichoso y, pese a lograr una buena puntuación, el Almería se quedará a las puertas de intentar volver a la máxima categoría. Ya sé, no sólo están implicados los futuros cómplices gallegos y andaluces, sino que el Alcorcón necesita un empate en Soria y el Hércules una victoria en Huesca para asegurar su clasificación, pero uno ya ha visto demasiados desenlaces como para creer en cuentos fantásticos. Ayer no perdimos el tren del ascenso, lo hicimos mucho antes.

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