días rojos

Manuel Cuesta /

Pastora Soler

EL objetivo de Eurovisión no es premiar la mejor canción o dar el premio al mejor intérprete. Tiene que ver con la responsabilidad a la que atiende el bufón de una corte. El que llame más la atención del Rey o de sus súbditos, por tener gracia o hacer la mayor chocarrería, terminará posicionándose entre los primeros puestos del ranking. Por eso las ancianitas rusas del anuncio de fabada asturiana han quedado las segundas. Pastora Soler no sólo hizo una actuación brillante sino que dignificó el oficio de cantar, un oficio ridiculizado y ajado por el propio Festival. Y no ganó porque el criterio en Eurovisión es una regla inexistente. Lo que sí hay, y es vox populi, son las simpatías entre países que se votan los unos a los otros, y payasos a granel para distraer al populacho. Pastora simplemente no ha ganado este concurso porque juega en una liga superior inalcanzable para el resto.

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