LOS últimos anuncios no han dejado resquicio alguno para analizar la temporada, porque son dos los temas que se han situado en el primer plano de la actualidad rojiblanca: la negativa del club en torno a la continuidad de Ortiz Bernal y la obra que se ejecutará en el Mediterráneo. Empecemos por el pasado, encarnado por la figura del futbolista nacido en nuestra capital. Para comenzar, me llamó la atención la falta de sensibilidad de la entidad con el que ya es uno de los históricos del fútbol almeriense. Ni siquiera pensaron en un fingido acercamiento de posturas. Siempre me he quejado del paupérrimo marketing exterior de nuestra tierra, de la falta de tradiciones y costumbres propias, ya que casi siempre echamos mano de las ajenas. En este caso no podíamos ser menos y hemos dejado escapar, sin intentarlo, a un jugador franquicia, a un emblema, del que continuamente harían referencia los periodistas foráneos. Tampoco se trataba de concederle una limosna, porque ha demostrado que está para competir al menos una temporada más, pero alguien ya tenía entre ceja y ceja la decisión tomada cuando todavía llevábamos abrigos. En cuanto a la obra del estadio, nos hemos topado con otra torpeza informativa del club, que a veces parece lo que es: una entidad sin organización alguna. Me parece acertada la única obra que al final se efectuará pese al improvisado anuncio inicial, la de acercar los fondos; incluso yo hubiese optado por eliminarlos e incorporar a sus abonados a los laterales de tribuna y preferencia. Ahora bien, que coloquen tras las porterías asientos de color azul, porque los veo capaces de aprovechar los rojos de los actuales fondos y hacer del estadio un pastiche. De todas formas, los detalles siempre han brillado por su ausencia en nuestro club.