graderío

Ramón Gómez- / Vivancos García

Época de transición

LA actualidad se agolpa y percibo que será la última oportunidad para realizar un pequeño balance de la extinta temporada. La apuesta del presidente fue clara: una plantilla corta con el objetivo de no descuadrar las cuentas. El puzzle se pensaba completar con jugadores del filial, que tampoco tenía precisamente un presupuesto bajo. Independientemente de la elección de Lucas Alcaraz, con sus aciertos y errores, así como de su precipitada destitución y posterior llegada de Esteban Vigo, Alfonso García la pifió. No pasa nada, el mandatario que está rubricando la mejor época del fútbol almeriense tiene derecho a equivocarse, pero al menos que lo admita. Y me refiero al presidente, porque el renovado Alberto Benito pinta menos que un cocodrilo en una oficina. Con respecto a Javi Gracia, nada que objetar. Tan sólo desearle suerte, que será la nuestra, pero hay algo que detesto y de lo que no tiene culpa alguna el nuevo técnico rojiblanco: la comparación con Emery. Ya sé que da juego la equiparación, pero ni las circunstancias son las mismas, ni a Javi le hará gracia, nunca mejor dicho, porque al fin y al cabo no gusta llevar esa presión convertida en una espada de Damocles. Además, habrá que ver la ambición para la campaña venidera, si bien Alfonso García ya anunció una reducción del presupuesto. Al nuevo entrenador almeriense le gusta llevar la iniciativa y ofrecer buen juego. Perfecto, pero la grandeza de un técnico es la de poder y saber sacar el máximo jugo a la plantilla de la que dispone. Lo demás queda muy bonito, pero es agua de fregar. Se me olvidaba presidente. Sí, Ortiz Bernal tiene 35 años y hay que darle paso a la cantera, pero también hay que saber mezclar la bebida con la comida, como un exquisito queso añejo con un buen vino joven.

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