CONSIDERO que desde mi posición actual en esta columna, el punto de vista que debo argumentar tiene que ser el más ecuánime posible. Si no, primero me engañaría a mí mismo y, por ende, a mis estimados lectores. Nadie puede negar que el Almería fue claramente perjudicado, pero de ahí a obviar los errores arbitrales que nos beneficiaron, así como el pésimo juego de la segunda mitad, media un abismo. El conjunto de Javi Gracia ganó a los puntos en la primera parte, por momentos se pareció al equipo que dominó de cabo a rabo en Huelva, y de hecho logró dos tantos válidos, pero nadie se quiso acordar del claro penalti que comete Silva sobre Powel antes de la consabida polémica, y de la agresión de Esteban tras los goles mal anulados. Por lo tanto, empecemos por ahí; y que nadie piense que no deseo la victoria de los nuestros, porque como señalé antes intento ser lo más justo posible. De lo contrario, al destacar solamente la torpeza del linier y el buen juego de los nuestros en determinados momentos del choque, actuaría como un mal padre con su hijo mimado. Además, los típicos desaciertos de nuestro técnico también cuentan y hay que mencionarlos, si es que queremos mejorar en el futuro con el fin de volver a puestos de ascenso directo. Dicho esto, algo quedó claro: el Almería no es inferior a ningún conjunto de la categoría. No es como en la pasada temporada cuando nos superaban con creces, mínimo, tres o cuatro equipos. Eso sí, Gracia no sabe sacarle el máximo jugo a la plantilla. Se empeña en determinados jugadores y en defenestrar a otros, siendo el ejemplo más flagrante el de Ulloa, que ingresó en el terreno de juego a falta de un cuarto de hora, parece ser que por la lesión de Verza. Actuando así con el argentino, no lo tendremos en buena disposición cuando más lo necesitemos. Una última consideración: ¿A qué espera el club para anunciar en su web la Junta de Accionistas? Seremos pocos los que acudimos, pero por esa razón merecemos el máximo respeto.