Días Rojos

Manuel Cuesta

Felicitaciones navideñas

LA postal navideña ha muerto. Este año sólo he recibido la de mis padres. Si alguien me envía alguna más ocurrirá el milagro. Y lo que es peor, familiares y amigos han perdido la bonita costumbre de llamar para felicitar las fiestas. Con la euforia del móvil, estos años atrás ya recibíamos esos ocurrentes sms para todos los gustos: el entrañable, el cachondo, el de mal gusto… Este año tendremos esa misma lluvia de mensajes aunque a través de la aplicación para smart phones, whatsApp. Ese fenómeno que nos mantiene conectados de manera compulsiva unos con otros para no vernos ni hablarnos. Sólo enviarnos mensajes cortos y emoticonos. Desde aquí hago un llamamiento a mis amigos más cercanos: no pienso contestar a ninguno de esos mensajes, queridos míos. Bastante fría ya es la Navidad con esta crisis Dickensiana como para acrecentarla con la ausencia de vuestras llamadas o vuestro calor.

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