NO lo veo claro. Mi whatsapp a Paco Gregorio mediada la segunda mitad así lo atestiguaba, pese a los dos goles de renta en ese instante y a la ventaja de contar con un efectivo más. Estamos en ascenso directo tras dos victorias consecutivas, pero al equipo lo veo, no digamos muerto, pero sí que alicaído. No, que nadie se extrañe. Ni bebí una gota de alcohol en todo el domingo, ni estoy en contra de nadie ni de nada. Al contrario, los que me conocen saben que amo a este club con toda mi alma y precisamente por eso, desde mi prisma personal, intransferible y, ojo, libre, detecto que últimamente sobrevivimos a base de nuestra calidad individual y de unos arbitrajes tan dulces como la miel, por lo que estoy sumamente preocupado. Ahora bien, si Soriano cree que con este punto de vista pretendo desestabilizar el vestuario o la marcha del equipo, pues que lo piense, que para eso también es libre de opinar, aunque yo considero más bien que con este parecer ayudo más que perjudico, porque el que avisa no es traidor. ¿Alguien supone que sin un patrón de juego definido y sin garra, la que no le imprime Javi Gracia, se puede afrontar el duro play off que se avecina? Que levante la mano el que así lo crea por lo visto ayer en nuestro estadio ante diez contrarios durante gran parte del choque. Si uno quiere cerrar los ojos y soñar, está en su derecho.

No sé si algunos aficionados albergan la esperanza de que vamos a superar en la clasificación final al actual Villarreal (eso ya suena a quimera), pero yo me veo en la obligación de revelar mi inquietud y de paso recordar lo que le ocurrió al Real Madrid de Antic, que a pesar de su extensa ventaja no logró el campeonato porque simplemente se veía venir. Por último, conviene que nadie se deje llevar por la interesada opinión de jugadores, técnicos y demás (al presidente lo excluyo porque lo considero un almeriense de corazón más), ya que ellos un día se irán de Almería con los bolsillos llenos, y aquí nos quedaremos nosotros con nuestra amada entidad para toda la vida.