Bajo palio

Rafael Leopoldo / aguilera

Laisser faire laisser passer

INSPIRADA en el "laisser diré, laisser passer" de los filósofos de la tolerancia, la escuela del liberalismo económico propuso como lema el "laissez faire, laissez passer, le monde va de lui même", (dejar hacer, dejar pasar, el mundo camina por sí mismo). La frase encierra un concepto de fuerte posicionamiento socio-económico, pues apunta a defender la libertad de mercado, de empleo y de producción, relegando al Estado a una mínima intervención en la economía. Aunque no ha dejado atrás su sentido original, en ámbitos más informales se usa para decir que se asume o que debe asumirse una postura práctica, a partir de la cual hay que ser tolerante y no preocuparse demasiado por el curso de las cosas.

Dejar hacer; dejar pasar, cuando te envuelven las dudas y no encuentras la salida, un buen cura solía decirme: "Dejar hacer; dejar pasar". Al principio no lo entendía, pero finalmente hay que aplicarlo en todos los órdenes de la vida, y a veces sí, y otras también, resulta favorable, sobre todo cuando se deben tomar decisiones que afectan de forma mediata, y en estos casos, si no tenemos la mente clara no podremos determinar que conviene y qué no. Suele ocurrir que nuestra soberbia maquinal no da lugar a que otros puedan saber más que nosotros: "que me van a venir a decir lo que tengo que hacer", solemos reflexionar con altivez, más eso no conduce a nada bueno, porque si alguien sabe más que tu, hay que aceptarlo con suma gratitud y gozo, porque no somos dueños de la verdad, "veritas vos liberabit".

No se trata de dejarse llevarse por imperativo etéreo, "mors tua, vita mea", pero si algún otro lidera un grupo, tal vez esté acertado, luego sé vera y si es necesario cambiar habrá que hacerlo. "Dejar hacer; dejar pasar", es una forma de no estresarse en tomar decisiones, es entonces que necesitamos de un guía, por lo menos para transitar esa coyuntura.

La humildad franciscana de "pax et bonum" nos libera de la impertinente soberbia, que no es otra cosa que un gran error, siendo el silencio el único que contesta las preguntas del pensamiento, siendo ambos cómplices callados. Puede ocurrir que en alguna oportunidad nos toque ser los guías, o no, porque eso es dinámico en la vida cotidiana, más sin embargo, mientras uno no lo tenga clara, es preferible seguir a un conductor y no es de cobarde hacerlo, mucho menos inmadurez, todo lo contrario, ello demuestra tener los pies sobre la tierra.

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