Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

LUTO, TREN DE LEJANÍA

IN MEMORIAM. "Nuestra vida es un momento entre dos eternidades", dice Platón. Hoy oficialmente se levanta el luto nacional con motivo del trágico accidente ferroviario acaecido el pasado miércoles día 24 de julio a las puertas de la ciudad santa de Santiago de Compostela, aunque no es menos cierto que en algunos edificios, "paseo arriba, paseo abajo", tal y como ordenaba el Gobierno de la Nación española, las banderas no han estado a media asta, y menos aún, con el tradicional crespón negro. En todo caso, ese lugar y esa fecha estarán grabados en los sentidos y sentimientos más profundos de cada uno de nosotros. Será difícil de olvidar, a mayor abundamiento, nunca deberíamos de borrar de la memoria, como nunca debemos de postergar todas y cada una de las catástrofes que se producen y suceden a diario en las entrañas raíces de las linfas de la tierra, para unos, un "paraíso", para otros, un "valle de lágrimas". El sol, una vez más, se ha puesto anticipadamente, nuestras almas se han eclipsado, se sienten sepultadas vivas, muertas en la vida. Con angustia, con lágrimas en los ojos, es terrible contemplar las imágenes televisivas del mortal accidente. Pero lo más triste viene ahora, cuando cientos de familias y amigos intenten recomponer la vida truncada, que nunca volverá a ser como antes, y dejarán un vacío .en el corazón contrito y el alma gimiendo de tanto dolor incomprensible. Por qué no habrá en esos momentos previos a toda vida malograda por la cruel muerte invencible, un "Cirineo" que con brazo fuerte y seguro ayudase a través de la inteligencia a dominar los elementos adversos y evitar tantos desastres, y una "Verónica" que no precisáramos para poder limpiarnos el rostro condolido y abatido por el llanto que nunca cesará ante esta terrible sacudida de doloroso lamento.

Hoy, como ayer y como mañana, nos sentimos de luto riguroso para testimoniar el pésame y la condolencia de un dolor inconsolable a quienes lo sufren en el silencio de la soledad eterna, y para quienes el sol no volverá a salir con los rayos de luminosidad.

Que el Señor de la vida y la esperanza, mediante esta súplica ardiente, que muere en nuestros labios, reconforte el alma que está llena de amarguras y de rebeliones ante esta nueva dura prueba terrenal, de sentimiento de una gran injusticia y sufrimiento innecesario, de consolarnos consolando.

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