La tribuna

Sergio Merino / Salas

Profesión, Médico y de hobby almeriense

PORQUE en el desierto de Tabernas y Cabo de Gata hay más variedad de flora y fauna que en toda Alemania". Así finalizaba hace unos días una conversación con mi amigo Miguel. No sé si será cierto, pero no me cuesta creérmelo. La charla, que comenzó versando sobre la importancia de los vientos en el golfo de Almería, que divagó sobre salicornias como flora local y como planta ornamental, culminó con la importancia de ser cinéfilo en esta tierra para comprenderla y disfrutarla.

Miguel es mi antítesis: un almeriense emigrante, afincado en Albacete; yo, un inmigrante jiennense medio granadino, residente desde hace unos meses en Almería. A los dos nos une, aparte de amistad, un cariño por esta tierra. Mi amigo tiene la suerte de volver a su tierra con cierta frecuencia, así él disfruta de su casa y yo de su conversación.

Y es que Almería acogió a mi mujer con los brazos abiertos hace unos meses. Además de trabajo, algo escaso en estos tiempos, le ofreció una hospitalidad que bien merece ser agradecida, aunque algo liviano, en estas líneas. Meses después me ofreció lo mismo a mí. ¡Qué afortunados somos!

Siendo yo refranero, cualquiera puede decirme que "el buey no es de donde nace, sino de donde pace", aunque no estoy de acuerdo. No porque piense que su contrarrefrán -"el buey donde pace y el hombre donde nace"- sea más acertado. Lo que defiendo es que no somos oportunistas, que no pensamos que Almería es maravillosa porque nos aprovechamos de ella para trabajar y vivir. ¡Eso es falso! Almería nos gusta porque es Almería. Somos afortunados porque nuestro "pasto" esté aquí. Pero nunca voy a olvidar la tierra donde nací y viví mi infancia, mi querida Porcuna, la llevaré siempre a donde vaya. Así que este buey es mitad donde nace y mitad donde pace.

Algo que ayuda a que en cada momento nos sintamos más cómodos aquí, además de su gente, es la gran oferta cultural que tiene la capital y la provincia. Jornadas gastronómicas, noche en blanco, actividades al aire libre… Todo publicado en la web del ayuntamiento y bien publicitado, algo que permite el fácil acceso a toda la información.

Pero no sólo eso, desde que llegamos nos hemos encontrado con gente siempre dispuesta a echar una mano. Y a quién más hemos de agradecer a nuestra integración en esta maravillosa ciudad es al Foro Almería Centro. Fue una suerte poder pertenecer a esta asociación, porque de su mano conocimos, por ejemplo, el movimiento Indaliano. La pasión por Almería empezó a despertarse de la mano de María Dolores Durán Díaz, que nos mostró la vida y obra de Antonio López Díaz en el Centro de Arte Museo de Almería. Ya empezamos a ver al muñequillo mojaquero de otro modo, conociendo lo que eran las emporronadoras, cómo era la chanca, quién era aquél que tiene una calle al lado de Puerta Purchena… También María Dolores nos presentó con sus publicaciones en el Instituto de Estudios Almerienses a Luis Cañadas -ya quedan menos indalianos por conocer- y si sumamos las fotografías de Perceval en el Castillo de Santa Ana en Roquetas de Mar, podemos decir que a este paso seremos expertos en el tema.

Pero el Foro Almería Centro no se queda ahí. Un paseo teatralizado al atardecer, a través de la asociación de vecinos "Casco Histórico", al pie de la Alcazaba, fue enamorándonos poco a poco del corazón antiguo de la capital. Aún nos queda pendiente una visita nocturna a la Alcazaba, que también esperamos poder ir de la mano del Foro. Y como Almería también es provincia, un viaje a Laujar de Andarax con sus quesos y la IX Feria del Vino de la Alpujarra, con su Pilar de la Plaza del siglo XVII, el Ayuntamiento, la Ermita de las ánimas, la Iglesia de la Encarnación…

Allí fue donde conocimos a gente estupenda, almerienses entregados con su tierra, promocionando los productos autóctonos y ofreciéndose para lo que necesitáramos. ¡Qué maravilla! La pasión que tiene su gente con Almería es lo que nos despierta las ganas de amar esta tierra.

Hasta ahora sólo podemos arrepentirnos por haber perdido otro magnífico paseo el día trece de julio, que culminó en cena y baile. Nuestros compañeros volvieron hablando maravillas del encuentro, de un rato fantástico y una Almería espléndida, como siempre. Pero queridos aforados, teníamos excusa. Cinco días más tarde nació nuestra hija Clara, ella sí, nacida en Almería. Estamos totalmente seguros de que se jactará de ser almeriense cuando crezca. Nosotros, mientras tanto, henchidos de orgullo por tener una hija roquetera.

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