SE tiende a decir en las cinco últimas jornadas de liga que cada partido es una final. Cuando realmente valen lo mismo los puntos conseguidos en agosto que en mayo. Por lo que el partido ante el Elche debe ser considerado como una final. Sí, ya sé que aún las plantillas no están cerradas, a los equipos le faltan partidos para estar rodados y que hay margen de error. Una derrota ante el conjunto ilicitano no es definitiva, pero debemos exigirle al Almería su primera victoria y qué mejor que en casa y ante un rival directo. Ese sabor agridulce que ha dejado los partidos ante Villarreal y Getafe puede transformarse en un esperanzador inicio de campeonato si se suman los tres puntos. No sólo por inaugurar el casillero de victorias y ver al equipo rojiblanco en una posición cómoda en la clasificación. Asunto baladí en la jornada tercera. Sobre todo por dar confianza a un grupo que sabe que está haciendo bien las cosas, pero que es consciente que hay que rubricarlo ganando cuanto antes. Una victoria daría sentido al estilo y filosofía de juego. Es clave para el futuro. Por eso considero que hay que ganar. Dejemos las buenas imágenes a un lado. Ah, por cierto, esas tonterías que escucho y leo sobre que gran parte de culpa de no sumar aún una victoria se debe a la entrada al campo de Corona son eso, tonterías. El Almería no se parte en dos cuando ingresa el talaverano al terreno de juego. Es más su participación en el equipo rojiblanco se debe a que Francisco le pide que en esos últimos minutos crezca con el balón y tengan lo más posible la posesión. Defenderse con el balón. Aunque parezca contradictorio con Corona en el verde el Almería no pasa tantos apuros en defensa. No creo que lo más acertado sea buscar culpables individuales, ya sea Rafita o Corona, los más señalados en este inicio de campeonato. Son un equipo y como equipo trabajan todos en la misma dirección. Hagámosle ese camino más fácil entre todos.