LA TRiBUNA

Benjamín Hernández

José Tomás ya es leyenda

ESPERADO por la crítica y la afición profunda y docta para ser examinado con rigurosidad en busca de sus defectos por ser figura, por llenar plazas, por sus exigencias económicas, por su distanciamiento del encuentro directo con la prensa, por exigir ganaderías, compañeros de cartel y plazas. Esta crítica, por su quehacer, los pasados 5 y 15 de junio en Las Ventas, se rindió ante su toreo de forma unánime. O casi.

Se escribía que es el toreo, el regreso del héroe, puerta grande histórica provocando un terremoto taurino, sube a los cielos, historia, enloquecedora, apoteosis, recital, descarnada gloria, a sangre y fuego, asusta y triunfa, así debe torear el diablo…son algunos de los titulares dedicados en la prensa nacional. Todos ellos en sus portadas o en titulares de informativos televisivos o radiofónicos por aclamación. Pero quizá el más conciso y certero que da la dimensión de lo acontecido es aquel titulado "Ya es leyenda".

Provocó en La Catedral una explotación de sentimientos, apoteosis, locura, entusiasmo, delirio, clamor colectivo crujiendo las veinticuatro mil almas con emociones incontroladas por elevar el toreo a las más altas cumbres de la pureza. Un torero en gloria sublime.

Y todos en intensa felicidad sin creérselo. Hacía cuatro décadas que nadie cortaba cuatro orejas en Las Ventas. Gesta repetida diez días después con tres orejas a costa de tres cornadas. Un triunfo de verdad que ya es historia con mayúsculas.

Triunfo que ha traspasado todas las fronteras del clamor llevando la felicidad a todos los aficionados y amantes de este arte. Los que no estuvimos allí, estábamos. Lo seguimos minuto a segundo. Y por ello seguimos emocionados porque, un monumento a la Tauromaquia, sabemos que se ha erigido.

Pero, ¿quién y qué es José Tomás? ¿Qué esconde? ¿Qué enseña? ¿Por qué le cogen tanto los toros? ¿Quiere morir en la plaza? ¿Qué le alimenta el ánimo para que siga toreando con el cuerpo abierto a cornadas? Como torero, no revoluciona nada porque es un clásico. Antes que él, todos los toreros legendarios habían toreado como él.

Los que quieran ser grandes toreros lo harán como él. La aportación es ser un compendio del toreo grande, el que siempre llegó con máxima intensidad a los tendidos. Por su clasicismo sin mentiras y con total entrega que ha revolucionado el cotarro taurino. Su toque es un leve movimiento de arriba a bajo imperceptible para los espectadores. Es un torero elegido, con mucho valor sereno y extraordinaria personalidad delante del toro, sin adornos para darse importancia, de hondura y profundidad en el pase. Por tanto, trasgresor con partitura clásica delante del toro. En terrenos que pocos, por no decir nadie, pisa. Con la elegancia de la sencillez ha puesto boca abajo el toreo. Llena plazas él solo, cuando ni con los mejores carteles se consigue. Cobra lo que nadie ha cobrado nunca. Somete al lobby empresarial como pocos se han atrevido. Un coloso con un simple trapo como defensa y un valor imposible de cuantificar.

Dicen que jamás se ha visto tal reacción de Las Ventas. Que no ha habido torero que haya llevado la reventa hasta límites tan insospechados. Que nunca ha habido tanta predisposición. Habría que preguntarse ¿por qué? Que si el mito en el rito taurómaco. Que si leyenda por la verdad, la ética y la espiritualidad con que se enfrenta a su suerte.

Muchas son las disquisiciones, incluso las que, a pesar de todo, siguen alimentando los antitomasistas. Pero hay una realidad: que los sentimientos ni se pueden analizar, ni crear, ni dirigir. Los sentimientos, sentimientos son. Y lo demás palabras con mayor o menor fondo.

Palabras usadas por lenguaraces y escribas que, para alcanzar un escalón más en la llamada de atención, lo ponen a parir con razones exorbitadas. Quizá con algún ápice de razón que se pierde en la tozudez de no reconocer el éxito que debía ser incontestable.

Quizá se le crítica porque algunos no toleren la independencia ya que son parte del circo taurino en el que todo está controlado por unos pocos. Y en el circo se valora la domesticación. Y no se dan cuenta que José Tomás mandando en su propia miseria o grandeza, administrando sus tiempos e imagen, no molesta ni castiga a nadie. Todo lo contrario: lleva espectadores a la plaza, ayuda a los empresarios a hacer caja con lo que empuja a que se celebren espectáculos taurinos, abre hueco mediático en todo tipo de medios lo que provoca una publicidad y propaganda intelectual impagable. Por todo ello, y por lo que nos viene encima, hasta que dure, gracias José Tomás.

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