Escuadra de Mago

Nico García

Francisco, Alfonso y Alberto

SERÍA un ejercicio de necedad no reconocer que el Almería se encuentra en estado crítico, en cuanto al plano deportivo se refiere. Todo lo que se ha peleado durante dos años en Segunda se está arrojando en un par de meses; aunque en verano, con lo que trajo el presidente y con las declaraciones de éste, uno se podía hacer la idea de que esto iba a ocurrir. Parece que interesa más la Ciudad Deportiva (hasta que no la vea, no me creo nada) y que en las arcas no haya ni un céntimo de pérdidas (ascender el pasado curso era fundamental en materia económica) que permanecer en Primera. Si bien es cierto que tanto la creación del espacio para los canteranos como la economía son fundamentales, la permanencia también lo es, afirmación que podría parecer mentira mirando la confección de la plantilla, la cual ya está dando sus frutos negativos. Pero ya sólo toca pensar en el futuro y éste se encuentra en el encuentro ante el Rayo. Un empate o una derrota significaría seguramente (así lo marcan los antecedentes) la marcha de Francisco. Las leyes no escritas del fútbol rezan que lo lógico es prescindir de un entrenador antes que de veinte futbolistas. Sinceramente, aunque la situación sea grave, no creo que el mayor culpable sea Francisco, sino quien se encargó de montar la plantilla (Alfonso o Alberto, elijan al que menos les guste). El almeriense tendrá sus pecados, por ejemplo, que ciertos jugadores no tengan la intensidad necesaria. Pero Francisco -quiere morir con las botas puestas- no tiene culpa de que Christian haga ese saque de banda o que Dubarbier meta el trasero. ¿Por ponerlos?, ¿es que hay otros? Que sí, que la institución está por encima de las personas y que si no se le gana al Rayo, lo lógico sería que se marchase a la calle, aunque el máximo culpable no es Francisco. Confiemos en que todo salga bien. Francisco y la afición se lo merecen.

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