Graderío

ramón Gómez-vivancos García

Franciscazo

CUANDO al final los minutos pasaban a ritmo de caracol, no se me ocurría otra cosa que imitar a Guillermo Blanes cuando en Valencia abandonó Paterna para dar un paseo en solitario. El otrora mandatario rojiblanco no podía soportar la presión de los instantes finales que a la postre dieron lugar al ascenso del Almería CF. En esta ocasión no me fui a la Rambla porque aquí me encuentro tecleando para dar mi opinión, en un partido que de primeras genera más sensaciones y sentimientos que un análisis riguroso. Pasadas las primeras emociones, retomemos el pulso para desmenuzar la consecución de tres puntos al fin y al cabo, pero que en nuestro ánimo hacen por diez. ¿Qué ha realizado bien nuestro equipo y dónde debe incidir para corregir los defectos? La vuelta al esquema que funcionó en las primeras jornadas y la pizca de fortuna que siempre hay que tener en la vida, se unieron para marcar el camino del triunfo. Si en la primera mitad la Unión salió viva tras los desesperados retoques de Francisco en el once inicial, junto a la enésima jugada tonta del penalti, en la segunda parte Soriano y Aleix resultaron decisivos después de la decisión de Francisco de morir o triunfar con su apuesta futbolística de comienzo de campaña. El entrenador almeriense tomó una de las mejores decisiones de su corta carrera en los banquillos. ¿ Habrá por ello un antes y un después? Ojalá. El equipo sigue siendo relativamente fluido en ataque, de ahí la buena cifra de goles a favor. Por el contrario, y pese a recibir un solo tanto de penalti, la zaga debe afianzarse porque no siempre se sale vivo del peligro. Como agua de mayo ha venido la inclusión de Torsiglieri, que proporciona solidez y para colmo en ataque se vislumbra su aporte a balón parado. Si la victoria ha servido para alejar un viejo fantasma, el del maldito descuento, tan bien gestionado anoche, bienvenida sea. La próxima reválida, sin Suso, o nos saca momentáneamente de la pobreza absoluta o nos vuelve a vestir de luto. Mientras tanto, a respirar hondo.

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