Paso a paso

Rafael Leopoldo / aguilera

Renta básica

LASturbulencias en la economía de mercado de los países del entorno capitalista no va quedar más fórmula socio-económica para mantener un mínimo de dignificación del Estado de Bienestar Social, que el análisis y valoración en la implantación de un mecanismo prestacional de una renta básica universal e incondicional en cuantía al salario mínimo interprofesional por el solo hecho de ser un ciudadano sin posibilidad o alternativa de poder "ganarse el pan con el sudor de la frente."

No se trata de llevar a puro y debido efecto la renta básica de forma arbitraria, sin ningún tipo de reglas que hagan un adecuado y correcto control de esta prestación económica a ciudadanos o familias sin ningún tipo de ingresos. Pero dejarles en la indigencia o a expensas de una vitalicia caridad de organizaciones filantrópicas.

La implantación de una renta básica supondría un porcentaje elevado en los Presupuestos Generales del Estado, pero no es menos cierto, que tanto jóvenes como adultos, hombres y mujeres, no pueden estar sine die en la búsqueda constante de un empleo que no llega, sin ningún tipo de prestación económica que le permita, mínimamente, ser un/a ciudadano/a a pie de calle como el resto de personas que tenemos la suerte de encontrarnos incardinados en el mercado laboral. No tiene por qué suponer un agravio a quienes ejercen una actividad por cuenta ajena o propia remunerada, y menos aún una aminoración en los servicios públicos esenciales en la sanidad, educación y dependencia, ni una desmotivación laboral, ni un incremento de salarios ante la existencia de una mano de obra barata, ni una subida desmesurada de impuestos, ni un aumento en la inflación. Tendría efectos colaterales, cierto, como toda aplicación normativa, pero sí se regula con criterios rigurosos y existe un control de fiscalización con rectitud burocrática, las disociaciones o desajustes en su aplicación pueden ser corregidas sin poner en entredicho la aplicación de esta medida prestacional para poder sobrevivir dignamente, que no vivir.

Mantener la calidad de vida en el sistema capitalista basado en la oferta y demanda y hasta el consumo, debe de afrontarse como una realidad actual y no una entelequia, que las personas no pueden entrar a formar parte del ecosistema de la mendicidad y morirse de inanición por no tener "un pedazo de pan que llevarse a la boca", pendientes de lo que echen en los contenedores multinacionales de ultramarinos y, por otro lado, que esa renta básica le permita salir de esa situación desesperada con dignidad personal y profesional.

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