Graderío

ramón Gómez-vivancos García

Nuestra estrella se apaga

EN los próximos meses se podrá evaluar el valor del punto cosechado, pero más allá de las cifras, el equipo de Francisco me transmitió sensaciones contrapuestas. Por un lado se mantuvo la portería a cero, importante logro, los jugadores se entregaron, acabamos con cuatro ex integrantes del filial y se sumó con el horizonte del choque plagado de negros nubarrones. Hasta ahí, lo positivo. Por otro lado vi a un Almería débil frente a un rival que ni siquiera estuvo irregular como acostumbra, sino más bien plano. Al aludir a la debilidad me refiero a la creación ofensiva, aspecto primordial que lidera nuestras virtudes. ¿Cuál es el eslabón que se ha soltado para que nuestra capacidad creativa fuera tan pobre? Desde mi punto de vista tiene nombre y apellidos: Suso Fernández. El extraordinario jugador gaditano ya no brilla como tal, sino como una estrella apagada. Si como decía Simeone los adversarios sienten cierto respeto por el interesante ataque del Almería, es por la aportación clave del joven centrocampista internacional. Entre líneas, Suso ha desempeñado la labor de llave maestra para abrir muchas puertas, pero sin su concurso me temo que ni un experto cerrajero nos a va poder ayudar. Nuestra retaguardia me sigue generando dudas, las de cualquier equipo candidato al descenso, por lo que solo cabe exigir lo máximo a Suso o los aires de su desmelenada juventud nos van a hacer un flaco favor. La ausencia por lesión de Rodri también fue importante, pero dentro de lo malo lo mejor que podía haber pasado es que Óscar Díaz marrara innumerables ocasiones, circunstancia que no aconteció. Con respecto al penalti que nos pudo dar la victoria, si la acción se produce en otro estadio de más enjundia, estoy convencido de que el gol sube al marcador. Como remate, Aguirre imitó con desacierto a su compatriota Cantinflas en la rueda de prensa, con el objetivo de sortear la polémica del silbido, que él mismo ejecutó. En concreto, las respuestas a nuestro compañero Paco Gregorio fueron tan evasivas como chabacanas.

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