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Agustín Belmonte / agustín Belmonte

Antonio Machado 75º AniversarioPalabra en el tiempo

Poesía. Ni mármol duro y eterno, / ni música ni pintura, / sino palabra en el tiempo / …del Hoy que será Mañana, / del Ayer que es Todavía. (Antonio Machado. De mi cartera)

CASI todos los intelectuales españoles de las generaciones del 98, del 14 y del 27 tuvieron que exiliarse durante o al término de la Guerra Civil Española. La nómina de los intelectuales que permanecieron en España durante el régimen de Franco es escasa: novelistas como Azorín y Pío Baroja; filósofos como Eugenio D'Ors; poetas como Manuel Machado, Dionisio Ridruejo y Luis Rosales; autores teatrales como Miguel Mihura y José María Pemán, y pocos más. Menéndez Pidal, Ortega, Pérez de Ayala y Marañón prefirieron eludir el exilio contemporizando con el dictador.

La Ruta del Exilio

Al término de la Guerra muchos pensaban que, al no tener en su conciencia delitos de sangre, nada tenían que temer de los franquistas. Pero el régimen mostró inmediatamente su faz sanguinaria y vengativa, y las cárceles se llenaron de republicanos, socialistas y comunistas, muchos de ellos acusados únicamente de pertenecer a partidos y sindicatos legales durante la II República (1931-1939). Como escribió Fernando Fernán Gómez en "Las bicicletas son para el verano", no había llegado la paz, había llegado la victoria.

Por temor a las represalias, más de medio millón de españoles huyeron de España, gran parte a través de los Pirineos, Machado entre ellos. La ruta que siguieron, denominada hoy Ruta del Exilio, se salpica de pequeños monumentos conmemorativos, placas y monolitos en localidades, cruces y lugares significativos en memoria del Exilio Español. Comienza en Barcelona -donde el flujo migratorio se intensificó ante la inminente caída de la ciudad en manos de Yagüe-, enfila la carretera litoral -ahora Nacional II- y se desvía a Gerona.

En Raset, el poeta y su familia pernoctaron en una masía llamada Can Santamaría, donde Machado quiso dejar su cartera llena de documentos. Pero la administradora de la finca se negó a responsabilizarse de ella: ¡lo que yo daría ahora por esos viejos papeles!

Luego, Figueras, donde se reunieron las Cortes de la República por última vez el 1 de febrero de 1939. Desde allí, por Cadaqués y Port de la Selva, llegaron a Port Bou. Allí, la ambulancia que llevaba al poeta enfermo y a su madre octogenaria los abandonó a solo 500 metros de la frontera, al pie de una cuesta que, lloviendo, resultó atroz para los exhaustos viajeros. Olvidada en la ambulancia, aquella cartera y los documentos que en ella se contenían se perdieron para siempre.

Les llevaron en coche a Cerbère, donde no fueron bien tratados. Durmieron en la cantina de la estación. Julio Álvarez del Vayo, Ministro de Estado (Asuntos Exteriores) de la República, que estaba en Perpiñán, ofreció al escritor Corpus Barga, que acompañaba a Machado, sufragarles el alojamiento por cuenta de la Embajada Española en París. Finalmente, en el pueblecito costero de Collioure, se hospedaron en el Hotel Bougnol-Quintana. Allí morirá el poeta el 22 de febrero de 1939. El 23, tal día como hoy de hace 75 años, fue inhumado en un nicho prestado. Estaban presentes Julián Zugazagoitia -que será entregado a Franco por la Gestapo nazi y fusilado en 1940- y el general Vicente Rojo, sobre quien Machado había escrito su último artículo periodístico. Soldados republicanos presos en el castillo de Collioure -uno de los cuales, paradojas de la vida, se apellidaba Franco- portaron el féretro, que llevaba únicamente los iniciales A M e iba envuelto en la bandera republicana:

Y cuando llegue el día del último viaje, /

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, /

me encontraréis a bordo ligero de equipaje, /

casi desnudo como los hijos de la mar. /

Machadianos

En el cementerio de Collioure, los restos del poeta descansan hoy en una tumba que se ha convertido en centro de peregrinación de los machadianos de todo el mundo. Cada año, el 22 y 23 de febrero se suceden allí recitales de poesía y de música en homenaje a D. Antonio y, en un buzón que el ayuntamiento ha colocado al lado, los visitantes depositan sus versos, cartas y textos conmemorativos en honor de quien es sin duda el poeta más importante de la Lengua Española junto con García Lorca. Grupos de colegios, colectivos, poetas, intelectuales y turistas abarrotan el recinto cada febrero y nunca, durante los últimos 75 años, han faltado flores frescas en aquel lugar.

Los intentos de traer los restos de Machado a España se han ido sucediendo, tanto durante la dictadura franquista como en la democracia. Pero su hermano José ya afirmó en el entierro del poeta que era intención de la familia que permanecieran allí "hasta que una humanidad menos bárbara y cruel le permita volver a sus tierras castellanas que tanto amó". Ese momento aún no ha llegado.

La poesía de Machado, sencilla y bella, es palabra en el tiempo. Mis alumnos la han escuchado y recitado siempre con respeto y admiración, sintiendo el alma, la vida que late en ella. Recordemos hoy su último verso, anuncio de un tiempo mejor:

Estos días azules y este sol de la infancia. /

Pero yo, este año, en atención a nuestra tan especial situación familiar, quiero terminar esta crónica con otros versos emblemáticos:

Mi corazón espera /

también, hacia la luz y hacia la vida, /

otro milagro de la primavera. /

(A un olmo seco. Campos de Castilla 1907-1917)

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