FRANCISCO tiene por delante el reto de su vida. De estas cuatro jornadas que quedan depende, principalmente, el futuro inmediato del Almería, es decir, su ser o no ser en Primera División, y, no menos importante para él, una carrera deportiva personal que arranque desde lo máximo y siga su progreso o se vea reducida a un escalón inferior. En pocas palabras, si Francisco salva al equipo, será un entrenador a tener en cuenta para los clubes que requieran técnico, si, por contrario, el Almería baja, quizás le costará más engancharse a esa Primera División que le ha llegado tan pronto. Está claro que Francisco tiene muchas cosas a su favor, la primera el haber llevado hasta la lucha final por la salvación a un equipo hecho de jugadores del filial, cedidos o a coste cero, pues la suya es, sin duda, una de las plantillas candidatas al descenso desde el minuto uno. Eso no es ninguna novedad. Se sabía y quien pensara que el equipo llegaría sobrado al tramo final de la temporada estaba muy equivocado. Y sí, hubo quien lo pensó. También le hace ganar caché el haber conseguido arañar puntos mediante sus cambios de sistema, recuerdo la línea de cinco que materializó en un par de ocasiones y con la que arañó seis puntos. Ha sido capaz de ganar a Valencia, Atlético y Real Sociedad, todos hechos equipos de Champions, y eso le ha hecho más conocido. Pero claro, también están los inconvenientes y es que el entrenador rojiblanco no ha sabido plantarle cara a los equipos contra los que se juega la vida. Casi todos le han hecho frente y se han llevado los puntos. En cuanto a la plantilla, también se le puede criticar que no haya sabido sacar el máximo rendimiento a jugadores como Suso, que se ha pasado un cuarto de campaña en el banquillo por unas cosas y por otras y, aun siendo puro talento, no ha rallado ni el 50% de sus posibilidades. Los datos, para todo, están ahí.