Luz de cobre

Antonio Lao

La Almería del interior se vacía

ALMERÍA es la provincia con las madres más jóvenes de España y con mayor número de partos. Pero existe un preocupante envejecimiento de la población en la mayor parte de los pueblos del interior. Existen municipios, hermosos, lugares para perderse como Beires, Velefique u Olula de Castro, en la que la media de edad de sus habitantes se sitúa en torno a los 60 años. El dato es tan alarmante como lo puede ser en Castilla y León donde, las propias cortes castellanas, han hecho bandera del problema y buscan atajar el problema en la medida de lo posible. En Bayárcal, por ejemplo, ha sido el propio alcalde el que está buscando familias que sean capaces de repoblar el pueblo y no dejarlo sin colegio el próximo curso por falta de niños. El ejemplo, con seguridad, cundirá y lo veremos en los próximos meses en otras localidades de interior en las que un día de invierno cualquiera parece como si llegaras a pueblos fantasmas, en los que la imagen de la mata recorriendo la avenida principal arrastrada por el viento y el polvo en suspensión dibuja un panorama de película de vaqueros y de pueblo abandonado, porque la fiebre del oro ha pasado y ya nada te ata a lo que ha sido tu terruño.

En la provincia de Almería este no es el caso. Cualquiera de los pueblos que se mueren de forma irremediable tiene detrás una hermosa historia, generaciones y más generaciones de vecinos que creyeron que el lugar que habitaban era el más hermoso, cargado de prosperidad y futuro. Hoy, lamentablemente, no tienen ninguno.

El dato no es baladí. 64 de los 102 pueblos de la provincia de Almería pierden habitantes cada año. Un goteo de defunciones y ningún nacimiento capaz de sembrar la tristeza y la depresión entre los que amamos los pueblos, entre los que creemos que, pese a las dificultades para poder ganarse la vida, el pueblo es como el cordón umbilical al que te sientes unido. Si te falta saltan en pedazos las bases sobre las que se asienta tu formación como persona, tu desarrollo intelectual y hasta profesional.

El pueblo es una especie de madre que siempre está ahí. Un lugar al que viajas o no, pero que permanece en tu imaginación o regresa a ella en todos los momentos. Son historias, vivencias, chascarrillos, hombres y mujeres diferentes, a los que conoces y con los que te has forjado y formado. Una familia más o menos grande que participa de tus problemas, los entiende o los cuenta, pero una familia al fin y al cabo. Todo ello hoy está en peligro. La población se ha desplazado a la costa y a no tardar muchos años, muchos de las villas que conforman estatierra serán sólo un recuerdo, un lugar en los libros locales de historia y poco más.

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