Opinión

Rafael Leopoldo Aguilera

Escalinata Real

LLUNES de "resaca", visto y no visto mes agosto, un año más la feria y fiestas de Almería han finalizado con las fragancias de los marianos nardos de la esperanza. Una feria y fiestas 2014 que ya forma parte de la Historia de nuestra vetusta y milenaria ciudad, en este año tan señalado por la efeméride del Reino independiente de la Taifa de Almería.

Y si hay lugares, que en Almería han sido emblemáticos por diversos motivos, sean de carácter mercantilista, sentimental, romántico y hasta pasional, uno de ellos, la "Escalinata Real". Obviando el pasado más lejano, en el año 2001, el 5 de octubre, se publicó en el Diario oficial de la provincia de Almería el Edicto de la Alcaldía-Presidencia del Ayuntamiento de Almería para general conocimiento, que: "La escalinata real quedará absorbida por el avance de la 1ª alineación de ribera. Siendo un elemento singular en el desarrollo histórico del Puerto, se trasladará a la vez que la ejecución de las obras de ampliación del muelle de ribera. Se propone como posible emplazamiento la zona deportiva D-1, esto es, al otro lado del muelle de Levante, aunque se deja abierto a cualquier otro emplazamiento consensuado con el Excmo. Ayuntamiento de Almería". Esta norma se dictó en virtud de la aprobación definitiva del Plan Especial de Ordenación del Puerto de Almería, promovido por la Autoridad Portuaria de Almería-Motril. Y claro está, ahora que estamos recopilando, un día sí, otro no, nuestra identidad cantonal más almeriense, no podríamos dejar este elemento arquitectónico tan singular de nuestra ciudad a "pie de la mar", actualmente, al comienzo del espigón del muelle de Levante, en el Pantalán nº 1, de donde comienza la prueba de más calado deportivo de las patronales fiestas del "Mediterráneo y Costa del Sol": la gran travesía del Puerto a nado. Iluminados por la luna en el ocaso del sol, allí íbamos al "morro de acá" y, también, al "morro de allá" por esa configuración distinta del Puerto, a esa peculiar escalinata del embarcadero, como final de nuestros paseos vespertinos y nos deleitábamos viendo la entrada y salida de barcos y a muchos pescadores, que con largas cañas, acudían a aquel lugar, de gran abundancia de "mújol" hambrientos de llevarse a la boca cualquier alimento, en especial, el duro pan que se arrojaba, no quedando ni una migaja; y a su vez, nos permitía, por otro lado, desde otro angular diferente, reflexionar sobre la bella panorámica urbana de la ciudad ante la tranquilidad de la mar, sobresaliendo de "Aquella Almería": la Alcazaba, el Cerro de san Cristóbal y el Cable Inglés.

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