Paso a Paso

Rafael Leopoldo Aguilera

Ética de urgencia

EL siglo XXI es un hervidero con millones de personas ebrias de ideas, aspiraciones, quejas, todo tipo de pronósticos…,una infinidad de individuos que están influyendo en nuestras vidas, en nuestros hijos, y que no paran algunas fuerzas sociales en cuestionar la democracia imperfecta que conocemos y el modelo económico dominante; unos pretenden su modificación por fórmulas alternativas y otros el cambio por el cambio, eludiendo aquellas reglas empíricas que han demostrado su eficacia en el progreso razonable. Edgard O. Wilson escribe: "Nuestro destino es sentirnos atormentados por dilemas grandes y pequeños, mientras diariamente nos abrimos camino a través del mundo arriesgado y cambiante que nos vio nacer. Tenemos sentimientos contrapuestos. No estamos seguros de esta o aquella forma de proceder. Comprendemos demasiado bien que nadie es tan sabio ni tan grande que no pueda cometer un error catastrófico, o que ninguna organización es tan noble que esté libre de corrupción. Nosotros, todos nosotros, vivimos nuestra vida en conflicto y disensión". Lo importante para una ética y su estética, fondo y forma, que tiene como principio los intereses sociales de la sociedad civil, es llegar a consensos razonables sobre los asuntos de interés general, para los cuales existen métodos de investigación empírica que coadyuvan como instrumentos útiles en la búsqueda constante de la nivelación de las desigualdades económicas y contra los excesos de las oligarquías y las jefaturas.

Es el momento de implementar y metabolizar una serie de valores cívicos que nos hagan impregnarnos de la prestancia y el saber estar en perseguir un bien común, la equidad como fin, impulsar los valores de la pasión por el saber, la austeridad, la previsión, el trabajo bien hecho, la cooperación, la colaboración. Decir siempre la verdad, ni verdades a medias ni mentiras piadosas, una cultura de la ejemplaridad, rechazar lo inadmisible, superar la "partidización" de la vida pública, el sentido de la profesionalidad, promover la educación y recuperar el prestigio de las instituciones y de las personas que ocupan cargos de responsabilidad. En fin, en esta sucinta dialéctica manuscrita, tras la celebración de la onomástica litúrgica, ayer, domingo de Adviento, del gran místico español san Juan de la Cruz, y consciente de la inmensa dificultad de todo lo relatado "solo uno me ha entendido...".

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