Paso a paso

Rafael Leopoldo Aguilera

correos apócrifos

HEMOS llegado a tal extremo filosófico de desconfianza en las relaciones personales o, interpersonales, que por no saludar y contestar, no lo hacemos ni por correo electrónico a los pésames y condolencias por el triste fallecimiento de un familiar. Y menos, aún, por desearle unas laicas y felices Pascuas navideñas y un venturoso y próspero Año Nuevo electoral. Es decir, cómo sí fuésemos "…un mojón en Cuenca". Menos mal, que el I+D+i hace que quede en la conciencia telemática un hálito de hilo conductor de constancia fidedigna y notoria ante la Providencia llamada desde un púlpito eclesial o togado "estrado" académico. Piadosamente pensamos, que todos somos "el pequeño Nicolás" o somos amigos reales del deportista "Duque"; y sí te llaman por móvil, aunque sea para interesarse por la espiritual salud, más bien, mor tua vita es, te sientes contrariado en estos momentos de aconfesionalidad en los alegóricos belenes, no dejando recado en el contestador. Lo mejor es no dejar huellas telúricas de presunta amistad, ni personal ni profesional, iuris et de iure. Así estamos, entre la coacción expresa y tácita al libre pensamiento, reducido a compañías de mesa y mantel en reservados establecimientos, la falta de lealtad y fidelidad unido a la escasa sociabilidad y nula socialización, que incluso las doce uvas convertidas en catedralicias pasas, se nos han atragantado, fruto del desliz a escala de dogmática herejía, que exige la vuelta de la Santa Inquisición y el "ruido de sables" del general Pavía.

Entre panegíricos, mítines, actos de afirmación nacional, y todo tipo de expresiones salidas del profundo don de huecas palabras, que en estas fechas invernales se hacen más balbuceantes, debido al elevado consumo de calientes o fríos líquidos, esto se acaba en unos días con los milenarios Magos Reyes de la Taifa cantonal almeriense del siglo XI y XIX, volviendo a las tribulaciones con la transustanciación de la crisis y la picaresca corrupción en una especie de nacional "Sálvame Deloux".

En fin, tras la muy almeriense Romería, los ayes de la saeta y los ensayos de los costaleros con la machadiana fe popular y el sentir unamuniano de cómo llevar los dolorosos pasos antes de llegar a la deseada Pascua florida. En dos semanas, al Niño Jesús no le da tiempo ni a realizar la Primera Comunión, de las hogueras de san Antón y don Carnal y doña Cuaresma al litúrgico Calvario, alea jacta est.

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