HOY la luminosidad del catedralicio Sol de Villalán de Almería, el prehistórico Indalo del Sur del Mediterráneo y los sentires espirituales más profundos del rescoldo del alma del Movimiento Indaliano, se sienten apesadumbrados y tristes por la marcha hacia el Misterio de la Fe del escultor y pintor Indaliano Antonio López Díaz, discípulo del siempre llorado Jesús de Perceval. Almería se ha despertado este día dominical, desde el silencio mítico que recorre toda la vetusta ciudad, comenzando desde la milenaria Alcazaba o el cerro de san Cristóbal con el sonido fúnebre de las campanas apostólicas de la Catedral de la Encarnación para despedir en una atmósfera lúgubre de Viernes Santo a nuestro Indaliano Antonio López. Desde el Instituto de Estudios Almerienses incardinado en la Diputación Provincial de Almería, nos unimos a los familiares y amigos de Antonio López en la creencia compasiva y misericordiosa de la esperanza de la resurrección mediante el ritual del responso de la iglesia Católica Réquiem aeternam dona ei Domine. Et lux perpetua luceat ei. Requiescat in pace.

Que el Señor de la Vida y la Esperanza, que lo tenía tan cercano de su taller en la calle Jesús de Perceval-Padre Gabriel Olivares, en la siempre franciscana iglesia de san Agustín con el Santísimo Cristo de la Redención en su Sagrado Descendimiento de la Cofradía del Silencio, le dé el descanso eterno, y brille para él la luz perpetua en la paz de Dios y la comunión con la Naturaleza, que abre su mar para ser fecundado por el sol.

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